Nunca pensé que escribiría aquí, pero tengo que escribirlo. Tengo que escribir esto.
Te escribo a tí, sí a tí.
Ahora sólo puedo escuchar mi respiración acelerada sólo por pensar en tí, y mientras lo hago siento cómo mis dedos tiemblan un poco, y es absurdo, si casi no te conozco. Si sólo hemos hablado un par de veces, y me contabas cosas, pero también estabas como ausente y otras saludando a los demás.
Lo sé, mis propia contradicciones hicieron que esa primera vez que estuvimos juntos y sólos hablando por capricho de la vida, hizo que quizás pensaras que no estaba interesaba, pero como he dicho antes, apenas nos conocemos. No me conoces, no conoces a mi yo nada lanzada, a mi yo tímida, a mi yo pensativa y racional, porque pensé que si nos hubiéramos besado, lo harías por despecho o porque no estabas muy sereno o por indiferencia. Y no quería que pasase así. Así no quería que fuese. Y aquí ando, meses después sin saber qué excusa tener para escribirte a no ser que sea esto que estoy haciendo ahora, y ¿què quieres que te diga? Mi yo terriblemente desconfiado no te lo escribirá a tí.
No hago otra cosa que pensar en tí