Hola!! Espero no aburriros con lo que os voy contar. Y es que soy incapaz de retener a la gente a mi lado. Supongo que el problema soy yo, no sé. A ver qué opináis.
De pequeña creo que era una niña un poco insoportable y resabionda. Lo que hace que mis recuerdos del colegio y las amistades en el pueblo no sean buenos. Solo recuerdo a las que entonces eran “mis amigas” diciendo: “hoy llueve, toca enfadarnos con Lara” y marcharse sin más, dejándome en el patio sola. En el pueblo mis recuerdos son del tipo “viene la serpiente Lara, vamos a escaparnos que nos pica y nos envenena” y marcharse todos. Nunca jamás, le he conté a mis padres lo que pasaba. Me daba vergüenza. Claro, ellos insistían en que bajar a la plaza a jugar, pero yo no quería. La tele era más interesante. Obviamente, no conservo estas “amistades”. Si me las encuentro, tenemos conversaciones educadas y cordiales, pero nada más allá.
En el insti, con nueva gente, conseguí un grupito de amigas y sobre todo una llamémosle mejor amiga. El asunto mejoró un poco. Pero siempre he sido una persona muy responsable a la que le gustaba sacar buenas notas y portarse bien, vamos un muermo de persona. No me gustaba hacer lo que no me dejaban, no estaba agusto por miedo a las represalias en casa (aclaro que no me han castigado casi nunca y mis padres siempre me han tratado bien). Siempre ha sido algo interno mío.
Bueno, que me desvío, con esta amiga éramos casi uña y carne. En el insti siempre juntas y el fin de semana también, que era cuando empezábamos a salir. Ahora visto con perspectiva, creo que realmente más que amigas, era que nos habíamos quedado solas ambas y nos juntamos por ser las “empollonas” en una clase de gente más pasota en ese aspecto. Pero sí recuerdo que a ella los compañeros de clase la invitaban a cumpleaños los fines de semana y a mí no. Y era algo que me solía doler mucho, pero siempre me he callado.
Llega la universidad y mi amiga y yo hacemos caminos separados. Cada una a una universidad distinta. Ella consigue un grupo de amigas que hoy día (20 años después) son su grupo. Y yo sólo conservo amistad con un compañero. El resto del que era mi grupo son de fuera de la comunidad y han vuelto a sus vidas. Con esta amiga del insti, sigo quedando de vez en cuando, cuando nuestras vidas nos dejan huecos. Sé que está ahí, pero la relación es mucho más fría que antes.
A los 22, al acabar la carrera, conocía al que hoy es mi marido y padre de mi peque. Como yo estaba sola, me integré en su grupo de amigos. Son un grupo muy grande y muy abierto y me acogieron con los brazos abiertos. Ese grupo,al ser tan grande, con el paso del tiempo se ha ido reduciendo, como es lógico. A día de hoy, el grupo lo componemos unas 7 parejas con sus respetivos peques.
La cosa es, que, incluso en este grupo reducido me siento sola. No encajo. No soy capaz de abrirme con ellas (las chicas hemos hecho algo más de piña) y me lo echan en cara de vez en cuando. Creen que no me conocen. Y es verdad, no os voy a engañar. Pero es que no me fío de abrirme. Cada vez que lo he hecho con alguien, ha acabado desapareciendo y acabo sufriendo. Las veo quedar de vez en cuando para ir de compras (yo no me suelo apuntar porque no me gusta ir de compras, por mi talla nada me suele quedar bien y no quiero que me vean en esa situación), quedan muchos días de diario a tomar algo (yo no voy porque literalmente no tengo tiempo material) asi que me veo excluida…
Se me ha olvidado contaros que, en el pueblo, llegué a tener una amiga que era como mi hermana. Hasta el punto de entrar cada una en casa de la otra cuando nos apetecía, nuestras madres nos trataban como a una hija más… De hecho, ella es del grupo de amigos de mi marido, ella me lo presentó e hizo de celestina. Lo sabíamos todo la una de la otra. Pero casi de un día para otro esa complicidad y esa magia que teníamos, desapareció. No sé si a raíz de tener pareja las dos o que ella dentro de ese grupo amplio de amigos que se fue reduciendo quedó en otro grupo o qué, el caso es que hoy día no nos hablamos y no sé cómo hemos llegado a esa situación. Antes de mi boda, quedamos para ver qué había pasado (5 años después de no hablarnos) o esa era la excusa con la que me escribió. Pero cuando estábamos hablando, me preguntó si estaba invitada a la boda. Y le dije que no, que después de 5 años sin hablar no tenía sentido. Pero que si después de aquella conversación conseguíamos recuperar un poco la amistad que teníamos, no tendría ningún inconveniente en incluirla en la lista de invitados, sobre todo sabiendo que ella me presentó a mi marido. Pero desde ese día, no hemos vuelto a hablar y cuando coincidimos en actos (bodas, funerales, cumpleaños del grupo) nos evitamos.
En mi primer trabajo un poco decente, hice amistad con una chica. O yo creía que era así. Le contaba muchas cosas y ella a mí, pero no tuvo reparo en favorecer mi despido por ganar un plus. Y me llevé un chasco muy muy gordo.
El caso es que ha llegado un punto en que no me fío de nadie. Tengo la sensación de que quien me conozca me va a dejar. Pero a la vez, también me alejan por no conocerme… no sé. Creo que en esto tiene mucho que ver que soy muy muy insegura, muy introvertida, me da vergüenza hablar en grupos grandes, no estoy cómoda en ellos, nunca sé cómo actuar y acabo sola estando en grupo…
Y una última confesión: mi marido no sabe nada de lo que os he contado de mi infancia y adolescencia. Me da miedo que él también desaparezca. Siempre he pensado que no sé qué hace conmigo o qué ha visto en mi, pero nunca he tenido el valor de preguntárselo. Me quiere, lo sé, lo noto. Y yo le quiero con locura. Pero soy incapaz de abrirme incluso a él 20 años después de conocerle.
Conclusión: me siento sola. Tanto rollo para esta cruda realidad.