No se bien porqué estoy contando esto. Quizás porque necesito desahogarme…o igual porque necesito que me digáis que no estoy loca.
Hace cuatro años conocí a un hombre de 35 . Era encantador, tenía un buen trabajo, era atento, cariñoso y la verdad. Me enamoré como la niña de 20 años que era.
Todo fue maravilloso hasta que un año después durante la época de exámenes me quedé toda la noche en la biblioteca. Le dejé un mensaje diciéndole que estaría estudiando y que ya hablaríamos por la mañana.
Cuando salí de la biblioteca y miré el teléfono, tenía 50 llamadas suyas. Me asusté y le llamé para saber qué había pasado, y la única respuesta que obtuve fue «Ahora no tengo tiempo para crías» y colgó.
Estuve una semana sin saber nada de él. No me cogía el teléfono, no me respondía a los mensajes… Hasta que una noche se presentó en mi casa. Escuché su voz cuando hablaba con mis padres, les dijo que se sentía mal porque me estuviera quitando tiempo de los estudios. Que lo más importante para él era que yo terminara la carrera y que por eso intentaba alejarse de mi, aunque le costaba porque me quería.
Después de eso, solo le faltó tener una copia de las llaves. Mis padres le dejaban entrar cuando quisiera, y hasta me animaban a salir con él.
Nosotros hicimos las paces, y todo parecía olvidado hasta que me pidió irnos a vivir juntos. Dudé, porque yo trabajaba por las mañanas a media jornada y así en casa la luz, el agua e Internet los pagaba yo para ahorrarselo a mis padres. Pero si me mudaba con él no tendría para pagar un alquiler a medias.
Al final accedí, porque después de unas semanas insistiendo él se puso a llorar diciendo que no quería vivir con él porque no le quería. Y por supuesto eso no era así. Él era mi mundo entero, me quería, me trataba bien, mis padres le adoraban, mis amigos también… ¿Como iba ha hacerle eso?
Compró un apartamento a media hora de mi antiguo barrio, nunca me dejó pagar nada de la casa y a cambio solo me pidió que dejara mi trabajo para poder en esas horas tener todo ordenado y así tener más tiempo para estudiar. Lo dejé sin estar de acuerdo, pero mi madre apoyaba esa decisión y le hice caso.
Llevábamos tres años juntos cuando me dio el primer bofetón, estábamos discutiendo por una tontería y me pitaron los oidos cuando me pegó.
Recuerdo intentar salir de casa y a él agarrándome del brazo tan fuerte que me dejó marcas. Me llevó a la habitación y me pidió perdón tantas veces, que le perdoné. Estaba llorando, y me juró que jamás volvería a pasar.
No salí de casa en tres días. Me sentía tan mal y avergonzada que no quería que nadie me viera. En esos tres días me regaló flores a diario y fue tan encantador que me hizo olvidar lo ocurrido.
Pero después de la primera llegó la segunda, y la tercera… Hasta me llegó a encerrar en casa.
Pero eso no fue lo más duro, un día hablé con mi madre, se lo conté todo porque tenía miedo y no me creyó. Me dijo que había hablado con él y que ya sabía que yo tenía una depresión y que todo lo que él hacía era por mi bien.
Nadie me creía, porque era un hombre maravilloso y yo era una desagradecida por no verlo.
Hace cinco meses llegó a casa enfadado. Decía que era una desgraciada por inventarme cosas sobre él cuando él me lo daba todo. Me pegó tanto que no recuerdo en qué momento se abrió la puerta de la calle. Fueron mis suegros quienes me lo sacaron de encima, y me llevaron al hospital.
Me suplicaron que no lo denunciara, y no lo hice porque no tenía fuerzas. He llegado a rezar para tener algo grave y quedarme en esa cama de hospital pero al final me dieron el alta.
Mis padres y mis amigos no me hablan, porque creen que yo intentaba hacer una locura y él estaba sobre mi porque intentaba pararme. Estoy completamente sola, no tengo nada, ni trabajo, ni ganas de seguir estudiando , ni de vivir. Estoy viviendo en casa de una compañera de clase y no se que haré cuando ya no pueda seguir aquí.
Ayer me mandó un mensaje diciéndome que me quería, que estaba viendo a un psicólogo y que por mi está cambiando. Me ha pedido que vuelva a casa, que todo estará bien y que mi familia estaría encantada de vernos juntos otra vez.
Y no sé qué hacer, creo que no ha cambiado. Pero por otro lado, no tengo nada, con él al menos tendría un techo.
No sé que hacer. Estoy desesperada.