Lo siento chicas, por ser la voz disonante al movimiento body-positive. No es que me parezca mal que haya gordis, curvis o como queramos llamarnos, que se acepten a sí mismos tal y como son (la verdad me da muchísima envidia). Pero YO, no valgo queridas.
He de decir que he sido una adolescente rellenita, alta (1,71) y con un escote generoso. Pero sin pasar de la talla 42. Aunque cuando cumplí los 17 parece que me reté a comerme mi misma. Malas dietas, efectos rebote y comer compulsivamente con la ansiedad me llevó a los 120 kilos. Una talla 54. Era una persona triste, escondida y pasaba desapercibida, vamos la perfecta amiga gorda (de libro y manual).
Cansada de reprocharme y anularme ( porque siempre he sido mi mayor enemiga) me puse a superdieta. Me llevó un año y medio pasar a una talla 38 (de las de tienda normal). Había hecho mucho deporte y a parte de delgada, estaba muy musculada. Me encantaba!! Me gustaba a mi misma y de repente me convertí en otra persona. Segura de mi misma, muy payasa, fiestera , pero sobre todo una mujer muy alegre. Pero no fué gratis adelgazar, lo pagué con un trastorno alimenticio. Hice una dieta con proteínas en polvo (muy radical y supervisada por un médico), pero descubrí lo bien que me sentía al no comer. Deje de comer de todo excepto las proteínas y ensaladas (incluso dejé las ensaladas y reduje las proteínas). Y le sumé más de 3 horas diarias de ejercicio, como mínimo (algunos días muchas más).
El problema vino cuando por una serie de circunstancias empecé a sentirme apagada y triste, abandoné el deporte y volví a la racha de atracones. Y me he plantado en 110 kilos 5 años después. Cada vez más apática y más triste, cuanto más kilos cojo, mas triste estoy y más me refugio en la comida.La verdad soy una persona amargada. Y esta vez más amargada que la primera vez, porque realmente fui muy feliz delgada.
El caso es que yo he intentado quererme gorda. He ido a una psicóloga que, a parte de intentar tratarme los trastornos alimenticios, ha intentado por lo menos que no sea cruel conmigo misma.
No soporto mirarme en un espejo, me insulto cuando lo hago. Evito fotos y reflejos en cristales. No puedo vestirme porque nada me gusta como me queda. Pero sobre todo, echo mucho de menos la seguridad que tenía antes.
Mi psicóloga me intenta convencer que la vida es igual independientemente del peso. Y UNA MIERDA!! Gorda me siento observada si me voy al gimnasio. Gorda me siento un espectáculo si voy al mcdonal. Gorda no te tratan igual. Hasta me han llegado a preguntar como me he ligado a mi novio (el está delgado y es deportista).
La verdad es que yo no me siento cómoda estando gorda. Me cambia la personalidad. No puedo aceptarme así , no me gusto. No quiero estar así. Así que ahora me quedan dos caminos. Uno es comenzar una dieta DES-PA-CI-TO… y la otra volver a los batidos. Y direis: maja, si has dicho que te causaron un trastorno alimenticio. Pues sí, pero es que la sensación de empoderamiento y control que tenía con ese jodido trastorno alimenticio , es algo que me resulta muy difícil de combatir. Es extraño, y por favor, no entendais esto como apología de la anorexia, pero es que echo de menos sentirme así de bien.
Después de leer este párrafo habrá gente que dirá: estas jovencitas tienen la cabeza fatal. El único problema es que todo esto yo lo estoy sufriendo con 40 años.