Me llamo Anónimo y tengo 23 años. Desde hace unos 6, padezco de ansiedad. Últimamente veo muchas viñetas e ilustraciones describiendo esta enfermedad, así que he decidido contar mi historia.
Mi infancia fue bastante corriente. Hija de familia de clase media, colegio concertado y una hermana pequeña a la que molestar. Solo hubo tres cosas destacables: un amor desenfrenado por la música y el canto, el personaje de una canguro transformado en una segunda madre y el uso de un corsé ortopédico durante 8 años.
Siempre he sido una persona muy nerviosa y muy tozuda. Pasional, con carácter y normalmente positiva delante de las situaciones adversas. Una buena jugadora en equipo, organizada y divertida. Físicamente suelo pasar desapercibida, no soy ni muy guapa ni muy fea. Mido 1,75, peso 68 kg y gasto una talla 38 o 40 (dependiendo de la tienda).
Aunque siempre quise estudiar música, estudié diseño. Lo hice por lo que muchas personas han dejado de estudiar lo que realmente querían hacer, porque mis padres consideraban que no hay futuro en ámbitos tan artísticos y querían que construyera mi profesión. Me dedico a ello. Tengo un buen trabajo en estos tiempos que corren, un novio que me quiere con locura y muy buenos amigos.
Entonces, ¿por qué tengo ansiedad?
Pasé mi primer ataque de pánico cuando tenía 17 años. Taquicardia, náuseas, dolor en el pecho, mareos, hiperventilación. Síntomas que se convirtieron en llantos y risa a la vez. Sí, a la vez. Desde ese momento supe que algo no iba bien. Empecé a sufrir pesadillas cada noche, insomnio a partir de las 4 de la mañana, y también desarrollé bruxismo. Pasó el tiempo y los ataques eran cada vez más seguidos, a la vez que las pesadillas eran más fuertes, así que decidí acudir a un profesional.
Estos 2 años he estado mejorando como persona, cuidando mi yo, con todos mis defectos. Medicándome para poder dormir mínimamente bien y no caer enferma. Sufriendo algunas noches, porque las “pastillas para no soñar” que nombra Sabina en una de sus canciones no existen. Despertando sin saber dónde estoy, sin saber qué es real, llorando por cosas que no han ocurrido, cosas horribles que surgen de mis mil millones de miedos.
Con ayuda, he ido mejorando muy lentamente. Técnicas como la meditación me ayudan a relajarme y también a ser consciente de mi cuerpo, a dar las gracias al mundo por estar viva. Aún así, no es fácil. Mucha gente tiene “problemas de verdad”. Esta gente me pregunta que por qué tengo ansiedad si no tengo ningún problema, y eso mismo me pregunto yo.
Me dicen que soy muy valiente, que qué guapa estoy, qué inteligente, qué divertida. Qué todo, coño. Que por qué tengo ansiedad si soy súper maravillosa. Pues yo qué sé, qué pregunta más estúpida. Como si me lo inventara todo, como si no fuera para tanto. Como si estuviera jugando a llamar la atención.
A base de rascar y rascar en mi interior gracias a mi psicóloga (un saludito) descubrí hace poco que esta ansiedad se debe a un sentimiento de soledad, de baja autoestima. De exigirme siempre mucho más de lo que puedo hacer (porque como he dicho antes, soy súper maravillosa y puedo con todo). Pues resulta que no. No se puede tener todo bajo control, y la única cura es la aceptación propia. Conocer nuestros límites, enfrentarnos a la vida.
Señores y señoras, quererse a uno mismo es muy importante para la salud.