Después de darle muchas vueltas, he decidido explicaros cómo fue mi primera vez junto a mi actual pareja…

Nosotros nos conocimos en las fiestas del pueblo de él, donde yo fui con el propósito de que tío que me apeteciera, tío al que me tiraría, lo tenía clarísimo, despuésde 2 años sin sexo, de ese día no iba a pasar. Y allí apareció él, con su sonrisa perfecta, su metro 86, su pelo corto rubio oscuro y sus ojos azules. Veía cómo le asomaban los tatuajes por sus piernas conforme caminaba hacia mí, sus piernas fuertes quedaban genial junto a su cuerpo fibrado y sus grandes manos. Nos presentamos y, con un par de bailes, ya estaba recorriendo su lengua con la mía, mientras él me apretaba fuertemente contra su cuerpo, notando sus manos en mi espalda y en mi culo y su pene duro contra mí. Sin duda los dos estábamos con ganas el uno del otro.

Eran ya las 5.30 de la mañana y decidimos ir caminando hasta la playa, exactamente hasta una cala a la que sólo se podía acceder bajando por la pared de una montaña y allá fuimos, sabíamos los dos lo que iba a pasar y estábamos tan ansiosos que por el camino íbamos metiéndonos mano sin parar.

Una vez nuestros pies tocaron la arena y viendo que estábamos sólos en la cala, que nadie nos veía (o eso pensábamos), empecé a quitarle su camiseta, dejando a la vista su pecho y su abdomen marcado y 4 tatuajes más que todavía no había visto. Me puse a recorrer el tatuaje de su pectoral con mis dedos mientras él me desabrochaba los botones de mi mini vaquera y la dejaba caer. Me puse a desabrocharle sus pantalones vaqueros mientras él me tocaba por encima de mi tanga, haciendo que cada vez estuviera más y más mojada. Le empecé a pasar la lengua por su cuello cuando él me dijo que le encantaba que estuviera tan mojada, pero que quería que lo estuviera más todavía. Me quité la camiseta y el sujetador y él se quedó embobado mirándome las tetas, cuando se metió uno de mis pezones en su boca, lamiéndolo suavemente mientras me bajaba el tanga y me tocaba dejando sus dedos muy mojados. Yo sólo podía mirarle mientras me hacía gemir de placer con su lengua y sus dedos y mis manos fueron directamente a su polla, que iba a reventar el bóxer si no se lo quitaba ya. Cuando vi esa polla, tan grande y tan dura, empecé a tocarla suavemente, toda entera mientras mi vagina se abría cada vez más, deseosa de recibir dentro a lo que en ese momento tenía en mi mano. Le cogí la cara y le pedí que me follara, pero me sonrió y me dijo que primero tenía otras cosas que hacer.

Me estiró en la arena, me abrió las piernas y se puso en medio de ellas, sacó la lengua y la pasó desde mi boca hasta mis pezones, parándose en cada uno de ellos, mientras mi pelvis se elevaba buscando desesperadamente la suya. Siguió bajando hasta mi ombligo y entonces me pidió que no dejara de mirarle a los ojos, que quería verme estallar de placer. Yo tenía mis muslos mojados, nunca había estado tan cachonda como ese día. Hacía muchísimo que no tenía sexo y lo necesitaba ya dentro de mí.

Entonces continuó bajando hasta mi clítoris, sin dejar de mirarme a los ojos empezó a lamerlo, a realizar movimientos circulares con su lengua alrededor de él. Al principio lentos, luego cada vez más rápidos y cuando él notaba que empezaba a gemir más, paraba y empezaba a besarlo con suavidad, con sus labios carnosos centrados en mi clítoris. Me miraba, me sonreía y volvía a hacerme gritar de placer. Le pedí que parara, tenía que devolverle todo ese placer que me había dado hasta ahora, así que nos giramos, me puse encima de él y empecé a lamer su polla. Pasaba mi lengua por la punta, poco a poco iba bajando y subiendo mi lengua, notando sus venas marcadas y como caía un poco de semen de lo cachondo que estaba. Me dijo que le estaba doliendo de lo dura que la tenía y le sonreí y me la metí en la boca. Se la empecé a chupar, lento… rápido… lento… viendo cómo su cara era de puro placer y gemía y resoplaba sin parar. Entonces me saqué la polla de la boca y, sin dejar de mirarle, me metí sus huevos en la boca, a lo que él no se pudo resistir y me pidió follarme ya.

Me puse encima de él sabiendo que estaba tan mojada y tan dilatada que su polla iba a hacerme morir de placer. Le cogí la polla y me la metí bien dentro, primero con movimientos lentos, arriba y abajo, luego con toda la polla dentro me empecé a mover en círculos encima de él, notando cómo mi clítoris rozaba con su piel. Él puso su mano en mi clítoris y empezó a tocármelo así que empecé a moverme más y más rápido sobre su polla durísima hasta que me dijo que se iba a correr. Le pedí que se corriera dentro, que me llenara, que necesitaba su corrida dentro de mí y noté sus palpitaciones mientras él gritaba de placer y me apretaba el culo hasta que me corrí yo también.
Me quité de encima, sin poder hablar ni apenas respirar, sin creerme lo que acababa de pasarme, cuando volví a notar su mano dentro de mí y me dijo que quería que tuviera otro orgasmo. Me estuvo metiendo 4 dedos dentro mientras me rozaba el clítoris con su muñeca y me cogía la cara para verme mientras tenía otro orgasmo, que llegó a los pocos segundos.

Nos quedamos extasiados, pero nuestras manos salían disparadas para tocarnos y en cuanto volvió a tener su polla dura empecé a pajearle mientras él volvía a hacerme un dedo, cuando de repente veo a un hombre mirándonos desde unos 10 metros de distancia, tocándose mientras nos miraba. Nunca me había pasado algo así y puede que en otro momento hubiera salido corriendo, pero en ese momento me puso muy caliente pensar en que alguien nos estaba mirando mientras se masturbaba y tuve un orgasmo todavía más fuerte.

3 años después seguimos juntos y a veces aún volvemos a esa cala a repetir el mejor sexo de nuestras vidas.

Y yo no sé vosotras, pero yo sólo de recordarlo me he puesto a mil…