Imagina que tienes una primera cita con ese chico que conociste y que te pareció monísimo de la muerte. Los denominadores comunes para toda primera cita empiezan a aparecer. Nervios en el estómago.
Notengonadaqueponermes.
Que el sujetador combine con las bragas.
Evitar silencios incómodos.
A ver ahora donde coño cenamos.

Pues señoras y señores, ahora, además de todo esto, hay que añadir el:

¿Qué mierda de preguntas va a hacerme y que mierda de respuesta va darme?

Porque sí, hay que reconocerlo, hay personas muy raras en el mundo. Y las personas raras tienen citas raras con conversaciones raras incluidas.

Una vez conocí a un chico con el que fui a tomarme el gintonic de media tarde. A los 15 minutos me preguntó que a qué partido votaba. Tras contestarle, me miró de una forma inquisidora y me soltó un “estás loca, como Franco nadie”. Media hora más duró la cita discutiendo sobre política.

Ahora está muy de moda entre las citas que tengo el describirse como si fuesen anuncios de televisión, algo así como: mi punto fuerte es mi sonrisa, pero también tengo los ojos bonitos, la espalda ancha, el culo duro y la piel tersa. ¿…….? ¿Hola? No, en serio. ¿Hola? Dios dime que no acaba de decir todo eso. ¿Hay algo más antimorbo?

Otra vez, después de cenar con un chico que me parecía guapísimo y superagradable, decidimos tomar una copa. Pregunté dónde íbamos a tomarla porque no conocía bien la zona. La respuesta fue: “podemos ir a mi casa y así de paso follamos” ¿…….? Evidentemente me fui a la mía y él supongo que terminaría follando solo en la suya.

Que a ver…, que digo yo…, llámame loca pero…¿que tal si de vez en cuando tengo una cita con alguien que me pregunte cuales son mis aficiones, y se describa diciéndome que le gusta contar chistes? Porque de raritos, el mundo y mi cupo están hasta el coño.