Tengo la sensación de que aquí todas sabemos lo que es la endometriosis, pero en realidad no tenemos ni puta idea de cómo afecta en realidad a una persona. Así que sí, estoy de vuelta para poneros al día, porque yo soy la chica a la que le diagnosticaron ansiedad en plena pandemia cuando en realidad tenía un tumor de 7 cm en un ovario y la misma que lleva casi un año con dolor constante, diario, incansable y a la que han ignorado en todas las consultas médicas posibles.
La salud de la mujer es algo así como la Caja de Pandora, a ver quién coño se atreve a destapar este tinglado, y ni qué decir de la salud ginecológica (que no reproductiva), eso ya es algo inabarcable.
Después de muchos meses de tocar puertas, conseguí un diagnóstico: endometriosis y adenomiosis, que se traduce en dolor, dolor y dolor. ¿Cómo es posible que una mujer joven (muy joven) acuda a decenas de especialistas por un dolor constante muy fuerte y lo normalicen? ¿Por qué una enfermedad tan común entre las mujeres (1 de cada 10 la sufre) es tan difícil de diagnosticar? Y lo peor, ¿por qué cojones nos abandona el sistema sanitario?
Después de conseguir mi diagnóstico, por el que tuve que pasar un verdadero calvario de angustia, incertidumbre, miedo y, sobre todo, mucho dolor; lo único por lo que se preocupó el médico fue por mi fertilidad. «Tranquila, que vas a tener muchos hijos y me darás mucho trabajo», o la perlita, «Cuando tengas un hijo se te cura».
¡Cuánta desinformación y falta de humanidad en un consultorio médico! La endometriosis NO ES SOLO UNA REGLA DOLOROSA, es una enfermedad que te come, que hace metástasis, que invade tus órganos y los pega entre sí, los adhiere a la pared abdominal y genera unos dolores que, literalmente, destrozan tu vida.
Además, LA ENDOMETRIOSIS NO TIENE CURA. Es una enfermedad que no se investiga y cuyo único tratamiento son las pastillas anticonceptivas, las mismas que recetan a la mínima por cualquier otra enfermedad ginecológica. Si no, a quirófano cada dos por tres a que te limpien (arranquen) los estragos que quiera ir haciendo por tu cuerpo.
Estoy enfadada, sí, me he visto obligada a abandonar mi trabajo, mis estudios, mi vida social, mis actividades deportivas, mi horario de sueño, casi toda la comida, las cosas que me gustan… Absolutamente todo. ¿Y qué opciones tengo? Ninguna.
Es verdad que la endometriosis no pone en peligro mi vida como tal, no me voy a morir de endometriosis, pero sí que
me tiene muerta en vida, sí que me ha hecho perder hasta el mínimo resquicio de calidad de vida.
A veces pienso que quizás si no me hubieran enseñado a normalizar mis dolores de regla, hubiera podido conseguir un diagnóstico antes de que la enfermedad estuviera tan avanzada y hubiera invadido varios órganos y el dolor se hubiera instalado de forma crónica en mi cuerpo. En mi caso, están comprometidos los ovarios, el útero, la pared abdominal y la vejiga; y os aseguro que el dolor en esta última es el peor dolor que haya sentido nunca y lo tengo constantemente. Sin embargo, me siento afortunada, hay personas con útero a las que les han encontrado focos de endometriosis en los ojos, los pulmones, el diafragma…
Pero para los médicos lo único importante es si somos fértiles o no, máquinas reproductivas, poca broma. Nuestra salud en general queda relegada a un segundo plano. Ojalá esto fuera solo mi experiencia, pero soy consciente de que hay muchas más personas en mi situación y que teniendo más que suficiente teniendo que lidiar con nuestra sintomatología, nos topamos con todas las trabas posibles por parte de la comunidad médica.
¿Con todo esto qué os quiero decir? Que hay que pelear por una buena atención ginecológica, por la investigación y la búsqueda de tratamiento específicos, por la concienciación de la sociedad para evitar futuros casos como el mío, ya que ¡si esta enfermedad se encuentra a tiempo, la propagación es evitable!
Yo ahora mismo sigo buscando soluciones, no puedo resignarme a una vida de dolor: fisioterapia (que recomiendo con fervor), acupuntura, alimentación, psicología (no queda otra cuando te estás volviendo loca por culpa del dolor), las anticonceptivas súper odiosas (y que encima no cubre la seguridad social, cuando las estoy tomando por prescripción médica) y mucho calor y apoyo de mi familia.
¡Cuidémonos entre todas!