Reproducimos un testimonio que nos llega a [email protected]
Octubre es el mes de la Concienciación sobre la muerte gestacional, perinatal y neonatal.
Tengo 25 años y a principio de año me quedé embarazada. Me enteré poco después de que mi abuelo se fuera, que para mi era como mi padre. Ese test positivo me dio fuerza para seguir, y esperanza. Siempre te portaste muy bien conmigo, no tuve síntomas típicos de embarazo más allá de un sabor metálico y mucho sueño. Todo iba bien.
Mi sueño por fin se hacía realidad; iba a ser mamá. En la primera ecografía ya sabíamos que venía un niño; todo estaba bien, en cada eco te veíamos moverte, sonreírnos e incluso taparte la cara. Escuchábamos tu corazón latir; todo estaba bien, todos los parámetros estaban dentro de la normalidad, ninguna anomalía. Yo salía feliz.
Estábamos tan ilusionados que empezamos a preparar tu llegada y a soñar con la vida que, pronto, iba a ser nuestra. Te soñaba durmiendo en mi pecho.
El 5 de octubre sería mi fpp, ese día que todas las madres marcamos con ilusión y un poco de miedo.
El día 23 de junio mientras trabajaba, mi pareja me preguntó que si el peque me había dado mucha guerra la noche anterior porque hacía un par de semanas habíamos empezado a notar sus patadas. Yo le dije que no, que la verdad es que te habías portado muy bien. Esa frase me siguió sonando durante un rato en la cabeza y, enseguida, me entró la preocupación de primeriza, pensé yo.
Fui al hospital pensando que me iban a decir que todo estaba bien, que al ser primeriza es normal que me asuste. Tras dos horas de espera y más de 10 minutos en la sala de ecógrafos, en la que no paraban de entrar especialistas, se rompió el silencio y escuché “lo sentimos muchísimo, no hay latido.” Esa frase me rompió, me mató, me dejó inerte. Aún a día de hoy le tengo pavor. Retumba en mi cabeza.
Tras 3 días de parto di a luz. Porque todos los bebés nacen. Y sentí dolor, pero también sentí paz. La paz que me dio tenerlo en mi pecho.
Luego vienen las preguntas: ¿por qué a mi?, ¿qué pasó si todo estaba bien? Y lo que era un sueño se convierte en una pesadilla.
Soy madre; mi hijo existe y mientras yo viva él vivirá. Soy madre pero no miro al suelo por si se cae, miro al cielo esperando una señal.
Escribo esto para que sirva de consuelo para aquellas que están pasando por algo similar; para que, desgraciadamente, vean que no están solas.
A ti, que hoy lloras, te abrazo.