Mi vida la han marcado 2 hechos que han tenido lugar en la misma línea de tiempo. A la misma vez, con horas o días de diferencia.
La primera, no puede ser más espinosa, malvada y dolorosa, y aún así, es y sigue siendo la que me ha causado menos dolor.
La otra, quizá, fuera por el shock, por las circunstancias o por el tiempo en el que estábamos, el año 2000, pero ésta circunstancia me ha hecho ser el ser más miedoso, inútil y menos merecedor de amor, bajo mi punto de vista que ha pisado la tierra.
En el año 1999, yo contaba con 17 años, en plena adolescencia, siempre he sido una niña buena, estudiosa, amable, ayudaba a mis padres en todo, siempre estaba con mi madre, hacía lo que se esperaba de mí y yo lo hacía gustosamente. Incluso tenía un noviete, del que mi familia aunque sospechaba algo, no sabía a ciencia cierta que había.
Él era, guapo, alto y rico. Tenía 3 años más que yo y me trataba genial. Vivía y estudiaba en otra comunidad autónoma, pero sus padres, tenían caballos en la mía, así que nos veíamos todos los fines de semana y nos enviábamos muchos sms y emails. Era una chica feliz. Pero todo cambió con el inicio del año 2000.
Él, 3 años mayor, me dijo que quería que perdiera ya la virginidad. Él no lo era y quería ser el primer hombre en mi vida. También el último. Dicho así y con tanto aprendizaje de por medio me da miedo sus palabras, aunque yo inconsciente no lo vi. Le dije que cuando estuviese preparada lo haríamos.
En las navidades de ese año, mis padres le conocieron, estaban muy orgullosos. Su hija pequeña, había conseguido un buen hombre. Siempre me decían que tenía que cuidarle y no perderle y que le hiciera caso. Pasamos las navidades juntos y él, todos y cada uno de los días, me preguntaba si ya. Yo no tenía el menor interés, le quería, me gustaba pero no me sentía preparada, más por su insistencia que otra cosa. Quería hacerlo pero me insistía mucho y me repelía la situación.
El 31 de Diciembre, en su coche de camino a una fiesta, aparcó en el polígono de mi pueblo, todo estaba oscuro y me daba miedo. Él se empezó a poner intenso. Le paré como pude y salí de allí corriendo. No me siguió. Y me alegré mucho. Llevaba el vestido roto y el corazón bastante más roto.
Cuando llegué a casa le mandé un mensaje de que habíamos terminado, que no se acercase más a mí. Nunca me respondió.
El día 3 de enero, había quedado con unas amigas, hablamos del tema y unas eran partidarias del pobrecito, entiéndelo ( lo que llegamos a normalizar) y otras del hiciste bien ( gracias a ellas, siempre). A las 21h de la noche, salí del bar, me dijeron que me acompañaban a por mi vespa y les dije que no ( No sé hasta qué punto hubiera cambiado todo si hubiese dicho Sí). La calle estaba desierta, nadie, y un coche se puso a mi lado. Era él. Bajó del coche, iba borracho, se acercó a mí y me agarró del brazo.
Súbete al coche o te rajo aquí mismo. Llevaba una navaja. Me subí. Temblaba y lloraba en silencio. Intentaba buscar algo o gritar pero no sé por qué no pude. No pude y esos segundos se me escaparon.
Fuimos al polígono, cerró el coche por dentro, comenzó a tocarme, intenté pegarle, me pegó, me besó a la fuerza, me mordió el labio y me dejó cicatriz, me pegó de nuevo, me rasgó el pantalón y me violó. Vaginal y analmente. Luego me tiró del coche y se largó. Y yo me quedé allí tirada no sé cuánto tiempo, solo sé que cuando pude levantarme, ir a por la moto y a casa, todos dormían.
No recuerdo que hora era, me metí en la ducha con la luz apagada, no quería verme, me daba vergüenza y asco ( Éste método de ducha se alargó 2 años). Y me fui a la cama.
No me levanté a la mañana siguiente, ni a la siguiente. Mis padres creyeron que estaba enferma. No dormía y no comía. Respiraba de casualidad. No le dije nada a nadie. Me sentía muerta, peor que muerta, al menos la muerte te otorga algo de paz y en aquellos momentos era lo que menos tenía.
El día 6 conseguí arrastrarme hasta el salón de casa, mi madre me miraba preocupada. Me preguntó qué me pasaba y rompí a llorar. Mis hermanas y mi padre también estaban allí. Y les conté qué había pasado.
Y ojalá, me hubiese muerto en ese instante, porque no estaba preparada para aquel remate final. ¿Qué llevabas puesto? No me lo creo, es muy buen chico y de buena familia. ¿ Qué le has hecho tú? ¿Cómo eres tan mentirosa? Debería darte vergüenza mentir así… Dejaron de hablarme, durante días. Y yo me hice pequeña, más pequeña aún. Nadie, un abrazo, nadie una palabra de aliento, nunca.
Los siguientes meses hasta que cumplí la mayoría de edad, fueron interminables, mis hermanas en cualquier ocasión me llamaban puta, guarra y mis padres pasaban de mí. Mi padre me daba charlas de lo mala hija que era y de lo mucho que les había defraudado. Mi madre… Indiferencia absoluta.
No sé cómo lo hice, pero encontré un trabajo y fui ahorrando dinero. El día de mi cumpleaños me fui de casa. No podía más. Empezaba a planear como suicidarme y no quería. Me negaba a eso. Me fui de casa y cuando pude descansar de esa tortura, el mundo se me vino abajo.
He tenido depresión durante 17 años. He tenido una vida dura, con alguna alegría. Nunca le llegué a denunciar, estaba sumida en intentar sobrevivir. Tengo la sensación de que siempre soy culpable de todo. De qué no merezco amor, de que no valgo como persona. Intento que todo el mundo esté feliz para que me acepten y me quieran y ni así consigo que alguien lo haga. Siempre estoy cuestionándome, pensando si me creerán cuando les digo algo. Pensarán que soy una mentirosa? Me creerán? Sí ni siquiera mi familia me quiere, cómo van a quererme otros?
He pasado por psicólogos, psiquiatra, terapias….He mejorado mucho. Sobretodo desde que dejé de intentar tener una relación con mis padres y hermanas. De bajar los brazos y no permitir que me destruyesen más.
Sé que es triste, pero he aprendido a camuflarme con la multitud… No sé qué más sorpresas me deparará la vida solo sé que tengo ganas de vivir.
Siento el tocho, hoy es uno de esos días en que no me encuentro muy bien anímicamente y necesitaba contar, lo que nunca he contado a nadie por miedo a que no vuelvan a creerme.
Gracias a todos.