¿Has llegado a un momento de tu vida en el que no sabes si quieres un polvazo o un abrazo? ¿Si quieres que te mimen, o que te empotren? ¿Te has echado a llorar alguna vez mientras te masturbabas porque eso no iba a ninguna parte? ¿Te has melancólica porque echabas de menos a tu ex mientras hablabas de quedar para echar un polvete con otra persona? ¿No sabes qué coño te pasa?
Enhorabuena: como diría Soy Cardo, estás tristechonda.
Lo vemos constantemente en las películas. Siempre hay un momento en el que la vida de la protagonista se descontrola por *introducir motivo aquí*. Y se le va. Se va de fiesta a olvidar sus penas y se emborracha todos los días. Se morrea con extraños para luego echarse a llorar en el baño de la discoteca. Se despierta al lado de alguien sin saber muy bien por qué. Arrepintiéndose de todo.
Pues imagínate eso, pero constante. No un montaje de 20 minutos.
Para mí, eso es estar tristechonda. Estar perdida de la vida, pensar que a lo mejor el sexo es una manera de llenar un vacío que va más allá. Ya no por la falta de alguien a quien quieres, o has querido, o alguna mierda así, sino porque te faltas un poco tú.
La tristechondez es emborracharte y hacer sexting con un tío que apenas conoces solo porque necesitas un poco de acción en tu vida para sentirte menos sola. Para no pensar en tus mierdas, que no son pocas. Es llorar por tu ex mientras esperas que tu crush te conteste a un mensaje estúpido que le has mandado.
Estar tristechonda es estar dividida en dos: una parte de ti quiere hacerse una bola en el sofá y que alguien le acaricie el pelo; la otra quiere echar un polvo brutal porque está que se sube por las paredes. Pero, al final del día, ninguna de las dos soluciones convence. Si follas, te falta algo. Si te quedas en casa llorando, igual. Hay como una vocecita dentro de ti que no para de decirte: “nena, para ya”.
Y es una mierda.
Sin embargo, creo que dejarnos llevar por la tristechondez a veces es necesario. Arrastrarnos por lo más primario, permitirnos a nosotras mismas perdernos de vez en cuando…A veces, está bien no saber ni cómo estás.
Porque después de una época de tristechondez, como con las tormentas, viene la calma. Siempre hay un momento en el que nos decimos “Venga, ya está, se acabó esta mierda, vamos a descubrir qué coño está pasando”.
Simplemente, el cuerpo nos pide dejarnos llevar, para hacer algo completamente estúpido, pero necesario para soltar toda la tensión que llevamos dentro.
Yo hoy me declaro oficialmente tristechonda. ¿Y tú?
Fotos: @soycardo
