“Un menor es expulsado de las colonias de verano por gordofobia”

No, no lo habéis leído en ningún periódico este verano porque la gordofobia no es noticia.

Este suceso ha ocurrido el pasado mes en un centro que organizaba las colonias de verano de la ciudad para menores de edad (personas de entre 3 a 12 años).

Antes de entrar en materia, me gustaría aclarar lo que son y suele hacerse en las colonias de verano.

El ayuntamiento de la ciudad elige a una empresa que se encarga de la organización. La empresa contrata a un equipo compuesto por monitoras y monitores y coordinación. Durante un mes, aproximadamente, los menores acuden a un centro (dentro o fuera de la ciudad) en el que realizan actividades varias: manualidades, juegos, deportes, algunos centros cuentan incluso con kayaks, excursiones a la playa o piscina, etc.

gordofobia

Es un lugar en el que los menores pasan el rato divirtiéndose mientras las madres y los padres trabajan en vez de tenerlos todo el día en casa viendo la televisión o pegados al móvil, básicamente. 

Como monitora, puedo decir que la primera quincena fue genial. El grupo de alumnado era maravilloso, se hicieron muchas amistades y hubo algún que otro llanto en la fiesta de despedida. Sin embargo, el grupo de la segunda quincena era bastante más intenso.

Al principio, las chicas mayores hicieron piña y siempre estaban juntas. Pero por otro lado, había 3 chicos que complicaban todo: no querían participar en las actividades, impedían que otras personas disfrutaran de los juegos y se reían. Se reían mucho y de alguien en concreto.

A estas alturas somos muchas las que hemos sufrido abusos y acoso por nuestro cuerpo y una niña lo estaba sufriendo. El equipo de monitoras (yo la primera), puso límites, informó de la situación y tomó parte en el asunto hasta el punto de tener que dar una charla sobre el respeto, la sororidad y la tolerancia.

gordofobia

Dos días más tarde el grupo de chicas había aislado a la niña para evitar que también las acosaran a ellas.

Yo no entendía nada, en el centro parecía que la situación se había solucionado, no se escuchaban risas, ni insultos y quizás ese era el problema, que no se escuchaba nada. Alguien había conseguido el número de móvil de la niña y la estaba acosando con gordofobia, pero ella no confesó, así que las monitoras no sabíamos qué estaba sucediendo.

La situación era rara y decidimos reunir a todas las personas implicadas. Una chica confesó que no podía dormir por miedo al acoso que pudiera recibir por su cuerpo y lo contó todo. Al hablar con los chicos, nos dimos cuenta de que solamente uno de ellos había continuado acosándola a través del móvil y fue expulsado de las colonias de verano.

Cuando hablamos con la niña sus palabras fueron las siguientes:

  • ¿Qué me llame gorda? Me da igual, también que se ría o lo comente con sus amigos. Pero que alguien le haya dado mi número privado para poder acosarme fuera de aquí, no lo tolero. Nadie tiene el derecho de invadir mi vida. ¿Eres chica y te da miedo que también se metan contigo o con tu cuerpo? Vale, pero no favorezcas el acoso.

Ojalá hubiera tenido esa mentalidad a mis 12 años. Yo tenía miedo de volver al colegio cada día, de recibir más mensajes, de las personas que me acosaban y de contarlo.

 

Esta niña no solo no ha tenido miedo de las personas que le acosaban por su físico, que tenían gordofobia, de verse aislada por las demás chicas, sino que se ha enfrentado a la situación y nos ha dado una lección a todas de la importancia de la sororidad.

 

Chicas, juntas podemos contra el miedo.

 

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