MANUAL PARA RESPONDER EN TALLA XL

Lo primero, quien dice talla XL, dice L… S… 3XL… o cualquier otra letra que hayan querido poner en la etiqueta de tu ropa. 

Dicho esto… ¡que levante la mano la que no ha tenido que dar nunca explicaciones por su peso! Así… Sin venir a cuento… 

¿Nadie verdad? Me lo imaginaba…

Ir al médico y que lo primero sea preguntarte cuánto pesas.

“Pero si yo venía por un dolor de muelas…”

“Da igual, con tu sobrepeso será que masticas mucho y muy fuerte”

Podría poner mil ejemplos, pero ya sabemos cuáles son y no es plan de escribir aquí la biblia.

El caso es que la vida a diario nos pone en la tesitura de tener que dar explicaciones absurdas. O lo que es peor, aguantar incontinencias verbales de gente ignorante y con cero empatía. Y esto nos hace que acabemos sintiendo vergüenza… dejando de hacer cosas por evitar esa humillación… nos enfadamos con el mundo… con nosotras… ¡QUÉ COÑO! ¿¡VOY A SENTIR YO VERGÜENZA CUANDO SON ELLOS LOS QUE NO LA TIENEN?! Me niego. 

Basta ya de callarse cuando la gente no sabe mantener la boca cerrada ¿no? (Un buen pegote de Loctite entre labio y labio le vendría de perlas a más de uno). Que por educación acabamos dando la razón y luego ya en casa hablando solas y maldiciendo lo más grande: “Le tenía que haber dicho…” “Pues anda que ella…” Bla bla bla… 

Que no digo yo que caigamos en el insulto fácil… que entremos en discusiones agotadoras… o simplemente que le soltemos un tortazo…. No… Pero podemos pagar con la misma moneda: comentario inapropiado y sonrisita amable. El combo perfecto para decir la burrada más gorda y quedarse tan ancha.

Y por eso os traigo este manual de respuestas para todas estas ocasiones. Porque si esa gente no tiene filtro, nosotras tampoco.

“Pues sí, mastico fuerte y además no controlo mi apetito así que lo mismo te meto ahora mismo un bocao que te dejo temblando. Y lo más importante, pesarás menos”

A esa dependienta que te mira de arriba abajo cuando te ve mirando la etiqueta en busca de talla y te dice:

“Ay cariño… solo tenemos tallas únicas”

“Pues yo soy única, así que supongo que me tendrá de valer”

 

A esa persona que suelta un comentario por lo bajo en el autobús:

“Esta se tendría que haber cogido dos asientos (jijiji… risita porque soy un festival del humor andante)”

“Claro… Uno para mí y otro para tu vergüenza, que hace años que no la llevas contigo ¿eh majetón?…”

 

Durante ese embarazo que en vez de ganar peso lo pierdes porque te pasas el día vomitando:

“¡Qué bien te está sentando el embarazo chica!”

“Sí. Se me va la vida por el váter de tal manera que hasta me estoy planteando llamar a la criatura Roca. Pero oye… solo por el tipín merece la pena…”

 

A esa “amiga” que te ve con pantalón corto:

“Tía… te admiro. Es que eres una valiente…”

“Sí cariño, estamos: yo y lo gladiadores romanos”

O con un bikini que deje tu trasero al aire:

“Uff… Que super bien eh… que a mí me parece genial… es solo que a mí me daría vergüenza…”

“Claro… a mí me la daría HABLAR si fueras tú. Cada una con lo suyo cariño…”

 

Y cualquiera a quien no se le ha preguntado:

“Chica… es que si perdieras unos kilos te quedaría todo mejor”

“Pues sí. Voy a tener que soltar lastre, empezando por nuestra amistad”

 

¡No será fácil! Te llamarán borde y amargada. Y lo argumentarán diciendo que es que nadie te hecha un buen polvo. Y te dirán que te ofendes por nada porque en el fondo solo piensan en tu salud. Porque por todos es sabido que si los pantalones te tapan la celulitis el colesterol te baja. Y si te dejas el pareo puesto, los niveles de azúcar en sangre se regulan. 

Así que a darle al manual de respuestas y así suma y sigue hasta que a algun@ le hagamos pensar un poquito…

Marta Toledo