Unos amigos cancelan su boda por nuestra culpa

 

Una de las pocas cosas que consideramos claras respecto a las relaciones es la gran importancia que tiene la sinceridad y la confianza. En teoría, porque después estos dos ingredientes faltan en la mayoría de las parejas. Y claro, después pasa lo que pasa…

Yo es que directamente no puedo mentir, y me cuesta mucho ocultar cosas. Más que una virtud lo considero una maldición, porque me suele traer más problemas que bendiciones. ¡No sería buena jugadora de poker! Eso sí, suelo poder dormir con la conciencia tranquila. Por supuesto es algo que también espero de mi pareja: tener siempre presente nuestro amor, garantizar la libertad de nuestros actos y exponernos a conversaciones algo incómodas antes de mentir para evitarlas.

Pues resulta que mi chico y yo teníamos ambos una despedida de solteros. Él con el novio y sus amigos, y yo con la novia y sus amigas, pues éramos todos amigos comunes. La verdad es que el futuro matrimonio siempre nos había parecido una pareja con algunos problemas de confianza. Ambos dejaron de salir solos cuando empezaron la relación, se controlan un poco mutuamente las redes sociales, no pueden opinar sobre si una mujer o un hombre les resulta más o menos atractivo… Parecen bastante tóxicos en ese aspecto, pero son tal para cual los dos y no nos sorprendimos cuando nos anunciaron su compromiso.

Como es tradición, hicimos un grupo de Whatsapp entre las amigas para organizarle la despedida de soltera. Los chicos hicieron lo mismo por su parte. Hubo diferentes ideas, pero el plan que más éxito estaba teniendo fue el que propuso una de sus primas. Sencillo, no muy caro y podría ser divertido. Pero tampoco era algo original: buscar una casa para pasar la noche y hacer una fiesta, con estriptis contratado. La futura novia, que algo de esto se olía, no puso pegas, pero insistió en que debía ser un secreto para los chicos. Eso del estríper a mí no me gustaba nada, y tampoco lo de andar con mentiras. Me conozco, y por supuesto que puedo guardar un secreto, pero si me preguntan, por mucho que intente ocultarlo, en mi cara se me nota absolutamente todo. 

Mi pareja y yo comentábamos entretenidos las preparaciones de ambas despedidas de solteros. Ellos tenían un plan bastante parecido, incluida la estriper. Y cuando me preguntó, con naturalidad, si en la nuestra iba a haber, no pude mentirle y decirle que no (aunque mi amiga nos había pedido silencio). 

Llegó el día de las despedidas, y ambos grupos nos fuimos a las respectivas casas. Allí hicimos barbacoa con mucha cerveza al ritmo de la música, tomamos el sol, nos reímos muchísimo, y al atardecer nos vestimos de gala y empezamos con los mojitos. Estábamos bastante bebidas y, a la hora acordada, llegó el estríper vestido de chaqueta, hizo su baile, se quitó la ropa entre grititos y jaleo, y se fue. Sin más. El problema vino después.

Alguna vez, durante ese día, mi chico y yo nos escribíamos para contarnos qué tal estábamos. Pero como cada vez teníamos más dificultad con teclear las palabras correctamente por el estado de embriaguez, decidimos llamarnos un minuto. Poco después de colgar y seguir con la fiesta, la futura novia salió escopetada con el teléfono en la mano. Las demás nos miramos asombradas, pero aunque quisimos continuar bailando no pudimos: se lio pardisíma.

Nos llegaban notificaciones de mensajes de nuestras respectivas parejas, que estaban todos en la despedida de soltero. Al parecer, mi chico y yo habíamos mencionado en alto lo del estríper en nuestra fugaz conversación, y el novio se había enterado. ¡Ups! Al principio intentó disimular, pero cuando empezó a preguntarle al resto de invitados se dio cuenta de que todos lo sabían, y eso le molestó también.

Por fin volvió mi amiga, llorando, porque su novio se había enterado del bailecito sexy y nos preguntó por quién se lo había dicho. Evidentemente no pude mentir tampoco en esto, y le reconocí cómo había pasado todo. Después, al saber que el resto de amigas también se lo habían contado a sus novios, se enfadó con nosotras. Como veis, eran una pareja tal para cual. 

La noche acabó ahí, por supuesto no como todas esperábamos. Dormimos como pudimos y de vuelta a casa con una cara malísima (y no precisamente por la resaca). A los pocos días nos comunicaron que la boda se había cancelado. La bronca debió ser monumental, pero mi amiga (¿o ex amiga?) no me ha querido contar mucho. Aunque creo que están intentando arreglarlo, así que probablemente sea un aplazamiento.

¿Cagada nuestra? Yo creo que no, que simplemente pasó lo que tarde o temprano les iba  a ocurrir. Es lo que tienen las mentiras. No quería que me pillase en medio, pero ya no hay vuelta atrás. 

 

Relato escrito por AROH basado en una historia real.