La primera vez que oí hablar de un columpio sexual fue a una compañera de trabajo que me dijo que su marido le había regalado uno. Y yo, que todo lo tengo que saber y no me puedo quedar sin no saberlo, lo googleé. Porque después de describirme lo que era, y un poco encima para que lo usaban, yo ya quería saber que era.

Me tiré 5 años con demonio de mi cabeza diciéndome que me comprara uno:

“Cómprate uno. Cómpratelo. Vamos… se que quieres”

El demonio no se callaba. Pero yo no tenía pareja de aquella, y comprarlo para que cogiera polvo en la caja no era mi idea. Hasta que ya teniendo pareja los astros se alinearon y los anuncios de Internet hicieron su trabajo, de repente el señor Amazon me lo ofreció en mi publicidad como si pudiera leerme la mente en plan: Vamos, sabemos que quieres. Cómpratelo.

Agarré a mi novio, se lo enseñé y me dijo que pillara uno.

Ver aquellas correas y aquellos enganches en la caja ya me hizo parecer que estaba mirando un armario desmontado de Ikea. Mi novio no estaba mejor que yo. Ni puta idea los dos. Horas mirando cómo funcionaba aquello y buscando tutoriales en internet y viendo porno buscando ayuda. Finalmente el columpio quedó puesto, este era de los que se colgaban del techo con mosquetones.  A ver, la mecánica estaba clara, no podía ser muy complicado usarlo ¿verdad? En el porno parecía fácil.

Había que usarlo. Y para eso tenía que subirme a él. Ay jodercoñomierda, me sentía como una contorsionista del Circo del Sol. O una equilibrista más bien. Yo y mis lorzas que nos movemos sobre los arneses, mi novio que más que ayudar parece que sólo buscaba la oportunidad para manosearme. Las cuerdas que se clavan, el soporte que se balancea… Dos joder por ahí, un me cago en la puta por allá y voilá.

Yo estaba colocada ahí encima con las piernas abiertas, aquello parecía de todo menos erótico. Yo creo que si hubiera aparecido un ginecólogo en ese momento no me hubiera extrañado. Más raro imposible.

Pero por lo que habíamos pagado por él, os juro que por mis narices que lo usábamos.

La cosa se estabiliza y mi novio empieza a ponerse tontorrón. Yo que me pongo más tontorrona aún. Una lengua por ahí, una mano por allá y parece que la cosa va viento en popa. Sobre todo porque yo estoy gorda y peso un huevo, y mi novio es la versión española de Jack de Pesadilla antes de Navidad. Todo delgado y sin músculos. Así que en la cama hay ciertas cosas que no se podían hacer, pero en el columpio sí y vi el cielo abierto. La cosa se puso emocionante y a mi novio le salieron fuerzas de no se sabe dónde, por un momento pensé que tenía complejo de albañil queriendo tapar agujeros.

Es cierto que con las putas correas se me estaba cortando la circulación en algunos sitios y el hecho de que mi cabeza colgara y amenazara con abrirse contra la pared de detrás no ayudaba. Pero he… El polvo molaba. Mucho.

El se enciende…. Yo que me pongo como el pico de una plancha…

Y…

 

Él que se enreda no sé como en el puto columpio. Yo que intento cogerlo y desenredarlo y él que resbala. Yo que intento poner un pie en el suelo y mi pie acaba en sus huevos. Él, pobrecito mío, que cae contra mí por el dolor y PUM. Los tornillos del techo que se sueltan y nosotros hostiazo que nos pegamos contra el suelo.

Siempre me quejé de tener un culo de proporciones épicas, pero aquella tarde me salvó de romperme la crisma contra las baldosas. Pero aun así ahí estábamos los dos, liados en el puto columpio, sudados, pegajosos, cachondos aún (mas yo, el todavía se retorcía de la patada involuntaria en los huevos) y por supuesto jadeando de la impresión.

Tuvimos que correr un estúpido velo tras aquella tarde y me morí de vergüenza cuando mi suegro vino a arreglarnos el trozo de techo que al final se había caído y nos preguntó qué demonios habíamos hecho.

¿Qué hicimos? Comprar un saco de boxeo en Decathlon (Si, lo hicimos) sólo para decirle que había sido por intentar colgarlo del techo. Era mejor que explicarle la historia del columpio.

Ahora tengo un saco de boxeo y un columpio que no uso en el trastero. Sólo de mencionarlo mi novio se lleva una mano a los huevos y se pone pálido. Creo que va a ser mejor que se queden donde están.