Por cuestiones personales viajo bastante, no es que quiera viajar tanto pero donde suelo vivir las distancias son enormes así que no me queda otra que volar todo el tiempo. Al principio iba con mi marido pues él es el que mejor me conoce a mí y a mis limitaciones, sin embargo, desde hace algún tiempo hemos estado trabajando en mi autonomía mucho más y me siento más o menos cómoda viajando sola. Además él tiene sus propias obligaciones, no puede llevarme de la manita a cada rato.

Shati, hoy vengo a contarte cómo viajo sola con discapacidad, mis trucos y experiencias.

Lo primero que hago es informarme: a dónde voy, cómo es el aeropuerto de salida y el de llegada, cuáles son los servicios ofrecidos por ambos para personas con discapacidad. Después me pongo en contacto con la aerolínea preguntándoles lo mismo. Según mi experiencia, tengo que comunicarle a la aerolínea que necesito una silla de ruedas antes de presentarme en el aeropuerto. Nunca facturo mi silla de ruedas, lleva motor y no la necesito siempre, mis viajes no son muy largos, este es otro de los motivos. Si planeo quedarme más de una semana entonces sí, aunque no confío mucho en que me la pierdan o la estropeen, por lo que prefiero alquilar una en el sitio de llegada. Pero ya os digo, no me quedo mucho.

A la hora de comprar el billete siempre lo hago con  posibilidad de cancelación o de cambio. La salud no es previsible.

Lo segundo que hago es una lista de lo que necesito antes, durante y en el viaje. También preparo la maleta con mucha antelación. Nunca sé cuándo voy a tener un brote. Si lo dejo para última hora quizás no pueda hacer la maleta y tenga que cancelar el viaje.  Si lleváis medicinas como yo no las facturéis, llevadlas siempre en la maleta de mano, las posibilidades de pérdida se reducen infinitamente. Llevad, también, justificantes médicos detallando la medicación que tomáis, algunas se consideran drogas.

Otra lista que hago es de comida. Soy celíaca y tengo alergias a muchos alimentos por lo que comer afuera no lo veo como una posibilidad. Siempre llevo cosas para picotear y tuppers con comida. Tengo una neverita monísima con estampado de leopardo que cargo a todos los sitios. En este sentido, si os vais a quedar en hoteles allí a donde vais, confirmad que hay comida que encaje con vuestras necesidades.

Voy con mucha antelación al aeropuerto y evito comprar los vuelos a horas raras, por ejemplo nunca viajo a primera hora de la mañana o muy tarde por la noche. Ir con antelación suficiente me ayuda a no estresarme y a solventar cualquier imprevisto, soy tan lenta como una tortuga. Comprar vuelos a horas racionales me ayuda a no enfermarme, si no cuido mis horas de sueño estoy jodida.

Llevo siempre una tarjetita a mano con mis contactos de emergencia y cómo proceder en caso de emergencia médica. Afortunadamente nunca he tenido una emergencia médica viajando pero una nunca sabe. Aparte, llevo toda mi documentación importante, mi dinero y mi teléfono en una funda colgados del cuello. Muchas veces mi neblina mental es un estorbo y más de una vez he perdido cosas importantes por su culpa.

¿Quién me diría a mí hace unos años que viajaría sola? Y miradme, ahora os vengo a contar mis trucos.

Viajar sola con discapacidad requiere de mucha valentía y planificación. Lo que hoy funciona quizás no funcione mañana y está bien, la discapacidad fluctúa y tenemos las herramientas suficientes para fluctuar con ella. No seas dura contigo misma, corazoncito, lo estás haciendo bien a pesar de todos los obstáculos.

Ana Scobey Garralón