“Son solo 5 minutos” y otras excusas mierders para no respetar a los demás. 

Vas por la calle con tu silla de ruedas. Llegas a la esquina y tienes que cruzar. Pero… ¡Sorpresa! No puedes porque el repartidor no ha encontrado mejor sitio en el que dejar la furgoneta que justo sobre la rampa. Mientras carga y descarga, te dice: 

  • Disculpa, son solo 5 minutos… 

Respiras. Sonríes. Empatizas porque es una zona muy mala para aparcar y el hombre tiene derecho a hacer su trabajo. Te esperas. O, si vas con prisa, le das la vuelta a la manzana hasta llegar a la siguiente rampa. 

Ayer mismo, fuiste a aparcar y no pudiste ocupar la plaza para movilidad reducida porque había otro coche. Sin tarjeta. Pero era de una vecina que solamente necesitaba 5 minutos porque estaba esperando a su hijo. Ayer ya respiraste, sonreíste, empatizaste y te fuiste a buscarte la vida a otra parte. 

Llevo 32 años en una silla de ruedas. Son 32 años esperando 5 minutos para usar espacios creados para mí en una ciudad inaccesible. Y mira, no voy a dedicar más tiempo a hablar de rampas ni plazas de aparcamiento, por muy inaudito que sea que, a punto de estrenar el año 2023, aún haya gente que no entienda que necesites plazas de aparcamiento más amplias para poder subir y bajar con tu silla de ruedas o que no te apetezca abrirte la cabeza bajando por un escalón porque la rampa está ocupada. 

Quizá estas formas de “micro-abuso” de privilegios sean muy comunes y ya estén muy manidas. Así que voy a hablar de otras formas de pasarse por el Arco del Triunfo las necesidades de los demás. 

Navidades. Muchedumbres acudiendo en masa a por regalos, como si fuesen gratis y no llegase después la cuesta de enero. Escaleras mecánicas, de esas que suben y bajan solitas. Y dos ascensores. Llegas tú y te encuentras una cola para usar el ascensor… Que maldices no haberte llevado ya las uvas de Nochevieja, porque igual te dan las Campanadas allí. 

Respiras, sonríes, empatizas con el resto de la cola. Mamá, papá y su bebé en el carrito también respiran, sonríen y empatizan. La abuela Pepica, apoyada en su bastón, respira, sonríe y empatiza. Llega un grupo de chavales, una pareja joven, una familia de 6 con los niños ya creciditos… Que no respiran, ni sonríen, ni empatizan ni mierdas. Es más, emiten en alto comentarios como “¿Por las escaleras? ¿Qué mas da?” 

Perdona, pero… ¿QUÉ MAS DA? Da que una persona en silla de ruedas no puede usar escaleras, tú sí. Da que una familia con un carrito de bebé se juega la integridad física si usa las escaleras, tú no. Da que la abuela Pepica ya no se aguanta de pie esperando a que hagas uso de algo que no necesitas, teniendo otra opción. 

Y ojo, que ya veo la respuesta de “es que igual sí lo necesitan y tú no lo sabes”. Ojo con creer que estoy pasando por encima de las personas con patologías invisibles. Las patologías invisibles son una putada como el Cristo de Rio de Janeiro de grande. No solamente tienes que sufrir dolores 24/7, sino aguantar comentarios que rozan lo inhumano sobre cómo exageras o te inventas lo que te pasa. No me dirijo a este colectivo. 

Me estoy dirigiendo a aquellas personas que no tienen tapujos en decir alto, claro, con perfecta vocalización y de manera que todos los presentes les podamos entender y escuchar que no usan las escaleras porque “joder, qué pereza…”. Por favor, si hay algún organismo que aumente el porcentaje de discapacidad por desgana y vagancia, que me avise, porque igual, en un día tonto de sofá, manta y peli, voy allí y arraso con la vida. 

Y digo yo… Si va un grupo de 6 y una persona necesita ascensor… ¿Tienen que subir los 6? ¿No puede ser esa persona y un acompañante? ¿Tan difícil es que los otros 4 cojan las escaleras y encontrarse en un punto, dejando espacio para personas con movilidad reducida? Es un centro comercial, con puntos de referencia por doquier, no una prueba de orientación en medio de la nada. Si quedáis en la tienda de chuches, os vais a encontrar, mi ciela. 

Si te has visto identificada o no habías caído en la cuenta de que algunos comportamientos son una jodienda para quienes tienen problemas de movilidad, ya sabes, anota en tu lista de propósitos de Año Nuevo: 

  • No ocupar espacios que no son para mí o dar preferencia a quien lo necesite 

¡Ea, felices fiestas, caris! 

Mia Sekhmet