Es una de las aficiones más comunes. Haces una encuesta a pie de calle y a la pregunta ‘¿qué es lo que más te gusta hacer?’, una porción muy importante de la tarta responderá ‘viajar’. ¿A quién no le gusta viajar? Por placer, digo. Por negocios ya es otro tema.

A un buen porcentaje de la gente le encanta hacerlo. Conocer otros países, ciudades, paisajes. Empaparse de otras culturas. Comer cosas diferentes, ver lo que nunca has visto, tener nuevas experiencias, visitar esos lugares tan trillados en el cine, la televisión o el Insta de los influencers. Si es que es maravilloso, ya sea solo, en pareja, en familia o en pandilla. Esto es así… con matices. Porque viajar mola, pero llegar a casa y cagar en tu váter… eso es otro nivel.

Viajar mola, pero llegar a casa y cagar en tu váter… eso es otro nivel

Y algo de lo que no se habla tanto como se merece. Qué poco se comenta lo a gusto que se queda una cuando por fin está de vuelta y puede sentar el culo en su retrete. Mira que el baño puede ser de lujo o un cuchitril infecto, y da igual, porque es el tuyo. Tu culo lo reconoce, sabe que está en su zona de confort, en territorio amigo. Y eso se nota. Cagar en tu inodoro es cagar tranquilo, despreocupado. Libre de vergüenzas. Puede ser que no lo hubiera echado mucho de menos si solo has estado fuera un día o dos, pero si llevabas lejos de tu váter una semana o más… Guau, qué sensación. Especialmente si has viajado en grupo y/o has compartido habitación y, en consecuencia, cuarto de baño durante tus vacaciones.

 

Viajar mola, pero llegar a casa y cagar en tu váter… eso es otro nivel

 

Otra cosa de la que no se habla: una no tiene idea de los gases que expulsa a lo largo de la jornada hasta que se ve privada de hacerlo. ¿No os pasa? En el día a día todo bien. No sientes que te tires el día echándote pedos, ni mucho menos. Te los aguantas en el trabajo o cuando estás con gente sin ningún tipo de problema.

Viajar mola, pero llegar a casa y cagar en tu váter… eso es otro nivel

Ahora sí, te vas a pasar el fin de semana a una casa rural con los colegas, y pareces un puñetero globo de gas. Todo el día y toda la noche apretando el culo. Conteniéndote entre grandes dolores y sufrimientos. Porque parir duele, un cólico de riñón duele, pero aguantarse los gases durante horas… eso es la muerte en vida.

Así que, me reitero, viajar mola muchísimo, aunque no mola ni la mitad que llegar a casa, reencontrarte con tu váter, tu intimidad y tu libertad para cagar y peerte sin miramientos para recuperar la salud y las ganas de vivir.

 

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