–¡Uf, otra vez entre estas malditas cuatro paredes!

Eso es lo primero que todo hijo de vecino piensa cuando su GPS mental vuelve a activar la dirección del curro después de unas placenteras vacaciones, incluso si son las cuatro paredes de la oficina que tienes montada en casa. Atrás quedan la toalla y el sol; por delante, muchas horas de ordenador, atención a clientes o trabajo de producción. La vuelta al trabajo ofrece un panorama desalentador conocido como estrés posvacacional pero eso es mejor que sufrir desde el otro lado.

Para los trabajadores, un par de consejos: nada más entrar por la puerta de la oficina, poned buena cara. ¡Prohibido dar lástima! Un ratito de cháchara con los compañeros para compartir las típicas anécdotas veraniegas nunca está de más, aunque tampoco hay que excederse. ¡Prohibido contar los días que quedan hasta las próximas vacaciones! Por último, hay que marcarse nuevas metas e intentar consolidar las ya alcanzadas. Eso sí, con el trabajo como con el deporte: nada de buscar las mejores marcas en el primer día de vuelta a los ‘entrenamientos’. Poco a poco.

Homer Simpson dormido sofá

Si no tienes trabajo, ahora que toca volver, corres el riesgo de quedarte paralizada en el sofá de tu casa. ¿Cómo puedo organizarme si no tengo un trabajo, un horario…? ¡Pues invéntatelos!

Planifica tu semana Coge un folio en blanco, reutilizado a ser posible, y dispón seis líneas verticales, de modo que te queden 7 huecos en el papel, uno por día de la semana. La cuestión es que pongas negro sobre blanco lo que vas a hacer a lo largo de la semana. También puedes usar un organizador bien cuqui de los que hay en el mercado o una agenda, eso da igual.

Marca tus horas de trabajo Buscar trabajo es un empleo a jornada completa. Si no delimitamos unos tiempos determinados, podemos caer en estar todo el día pringados pero tener la sensación de no haber hecho nada provechoso. O al contrario: creer que no hemos parado y haber perdido todo el día en Facebook, Instagram… Decide la estrategia para buscar trabajo, cuándo te vas a poner manos a la obra y qué tareas harás cada día. Haz una lista y ve tachando, así podrás comprobar los avances que hagas.

Haz deporte Tanto si vas al gimnasio como si haces ejercicio en casa o sales a correr por tu barrio, apúntalo en tu agenda. Llenará tu tiempo, estructurará tu horario y, además, puede servirte de refuerzo para no abandonar el deporte si no es lo que más te apasiona. A mí no me apasiona pero una vez lo apunto, pasa a ser sagrado e inamovible.

 

Sal de casa Busca actividades que te obliguen a salir, así tendrás que arreglarte y vestirte si tiendes a no hacerlo. En todas las ciudades hay exposiciones interesantes que merece la pena visitar y, además, ocupas una mañana o una tarde. Puedes también ir al cine, de compras… No es obligatorio gastar dinero: ¡coge el libro que estás leyendo y vete a un banco en el parque!

Relaciónate Al final, estar metido en casa, deprime. Una redacción –como cualquier otro lugar de trabajo– implica mucha gente con la que intercambiar saludos, cruces de impresiones, alguna que otra broma, conversaciones variadas… Creo que eso es lo que más echo de menos de no trabajar. Como sustitutivo, busco actividades con gente: el gimnasio, un curso presencial o la reunión de vecinos de tu escalera. La cuestión es estar con otras personas.

Para los trabajadores en búsqueda activa de empleo –¿puede haber fórmula más horrorosa?– la rutina es necesaria, aunque suene aburrida y tediosa. Nos ayuda a estructurarnos mentalmente, a saber en qué día vivimos y a ir progresando hacia las metas que nos proponemos. Cuando vivimos un eterno domingo, no aprovechamos el tiempo y dejamos de disfrutar plenamente de tener tiempo libre. Es como cualquier otro bien en el mercado: cuando mayor es la oferta, menor es su valor.