‘¿Y para cuándo los niños?’, ‘¡que se os va a pasar el arroz!’, ‘mirad que después más que padres vais a parecer abuelos’… Sí, es cierto que no siempre las preguntas y afirmaciones de este tipo son malintencionadas, pero todas las que en algún momento hemos sido el objetivo de comentarios así hemos podido sentir la rabia fluir por nuestras venas. Un sentimiento que nos vuelve pequeñas, minúsculas, en un mundo gigante, y que sobre todo deja constancia de que la infertilidad continúa siendo un tabú olvidado en muchos casos. Hemos hablado con tres chicas que lo han vivido en su cuerpo, que han sufrido estos comentarios que consiguieron romperlas un poco por dentro.

María, 38 años

‘Aunque siempre viví nuestros problemas para tener hijos como algo únicamente nuestro, llegó un día en el que no me quedó más remedio que dar explicaciones, y para colmo la persona que las recibió tuvo que ser la jefa de mi marido, una señora insoportable. Por aquel entonces llevábamos casados unos tres años y más de dos intentando quedarnos embarazados sin éxito. Habíamos empezado un tratamiento de fertilidad y nos estaba costando bastante asimilarlo todo. En medio de todo esto la empresa de mi marido celebró una cena de gala de aniversario a la que nos invitaron y tuve que escuchar como unas cinco veces a esa señora preguntándome si de verdad no quería una copa de vino o que si estaba embarazada que lo dijese ya. Fue mientras cenábamos cuando ya se vino la décima pregunta al respecto y solo le dije que no, que ni estaba embarazada ni nada por el estilo, cogí una copa de vino y me la bebí de golpe dejándola KO.’

Sandra, 44 años

‘En casa somos de familias numerosas, tanto mis padres como mis hermanas tienen entre tres y cinco hijos, así que el hecho de que yo tras cuatro años de casada no hubiese empezado a traer hijos al mundo era toda una incógnita. No quisimos hablarlo con nadie, mi pareja y yo nos pusimos en manos de profesionales y seguimos nuestra vida. Pero el tiempo pasaba y no había resultados, en la familia empezaron a impacientarse y un buen día, en medio de una comida familiar, una prima mía dejó caer que era más probable que mi sobrina de 22 años se quedase embarazada a que nosotros nos animásemos a tener hijos. Me dolió en el alma, primero por la comparación, y segundo porque me hizo sentir muy culpable. Recuerdo que aquella comida que estaba yendo como la seda se volvió terrible. El resto del día solo tuve ganas de llorar y de volver a casa cuanto antes.’

Mercedes, 29 años

‘Me casé joven porque mi novio y yo llevábamos juntos muchos años y sabíamos lo que queríamos. Una boda de ensueño, nuestra casita y una familia repleta de niños. Pero con solo 27 años y al ver que no era capaz de quedarme embarazada me detectaron un problema de tiroides que me obligó a empezar a tomar pastillas para regular un poco mi cuerpo. Dicen que las palabras nos tienen que importar si vienen de gente que realmente nos importe, pero yo me sentí como una mierda por culpa de un comentario de una amiga de mi madre. La maldita mujer estaba de visita en casa y se puso a hablar con mi madre sobre la hija de una conocida que se acababa de quedar embarazada de trillizos por una in vitro. En esto que después de dar todos los detalles la tía suelta ‘yo es que eso de inseminarse y de que la Seguridad Social gaste dinero en que la gente se embarace no lo veo, si tu cuerpo no se quiere embarazar no es natural, no lo hagas que hay muchos niños que necesitan adopciones’. Pensaréis que a palabras necias oídos sordos, pero en ese momento de verdad me planteé que aquella señora podía tener razón y que todo lo que estaba haciendo era un error. Menos mal que unos minutos después volví a la tierra y fui capaz de soltarle que yo también estaba gastando fondos de la Seguridad Social para quedarme embarazada, por si quería volver a darme su opinión.’

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