El fenómeno wanderlust es un término que lleva de moda un tiempo que significa “pasión por viajar”.

Si buscas en instagram #wanderlust te aparecerán miles de fotografías con una calidad exquisita, la mayoría de modelos posando de espaldas o mirando al suelo en paisajes espectaculares sujetándose con una mano su sombrero de ala. Y luego estoy yo, que si me voy 5 días al extranjero me voy con una muda por cada día para no cargar con una maleta grande llenas de “porsiacasos”. Que esto es muy cómodo pero tiene tremendo hándicap: si hace frío, voy a salir en todas las fotos con el mismo abrigo y las mismas zapatillas de deporte, porque como lo de dentro que es lo limpio, no se ve y me quedan unas fotos que parece que le he dado la vuelta al mundo en 80 días con la misma ropa. Ni Pekín Express, chica.

Pero bueno, a lo que iba: viajar. Viajar en todas sus vertientes: turista, viajero, por trabajo, por tu ciudad, leyendo, viendo pelis o series. No importa la modalidad que escojas porque el fin es el mismo: evadirte de la realidad y de la rutina. 

Según los estudiosos, hay diferencias entre ser turista y ser viajero. El primero se dedica a visitar las ciudades desde una perspectiva observadora, como por ejemplo asistiendo a visitas organizadas por guías para descubrir la ciudad y alojándose en hoteles con pensión completa. El viajero, por otro lado, toma parte de la experiencia y se sumerge en la cultura del país que visita, alojándose en hostales o albergues compartiendo habitación con otros 11 desconocidos en literas, comiendo en puestos de Street food o preguntándole a los locales lugares donde poder degustar comida tradicional sin caer en la trampa para turistas, desplazándose en el transporte público y descubriendo la ciudad sin un rumbo fijo, perdiéndose por las calles.

Creo poder afirmar que en estos tiempos de incertidumbre que corren todos echamos de menos el poder viajar. Da igual la forma. Da igual si eres de los que planeas los cinco días que vas a estar fuera o si por el contrario eres de los que improvisa. Da igual si eres de los mochileros que cargan con su “backpack” y duermen en aeropuertos o si eres de los que facturas maleta porque cargas hasta la vaporeta para planchar la ropa.

Da igual si eres de los que te subes al avión y cuando la tripulación dice “fasten your seatbelt” o lo de “rampas traseras desarmadas y crosscheck ok” (os juro que cada vez que lo oigo me imagino a la tripulación enseñando un tapete de crochet terminado y levantando el pulgar) ya te entran las cosquillas en la barriga de la ilusión o si eres de los que le entra el pánico cuando el avión empieza a descender y el estómago se te sube a la boca como si estuvieras e la caída libre de algún parque de atracciones.

Da igual si eres de los que apenas haces fotografías porque prefieres hacer capturas mentales y disfrutar del momento o si eres de los que llevan tres tarjetas SD, dos baterías externas, subes miles de stories al instagram contando minuto a minuto lo que visitas y también disfrutas del momento.

Da igual si eres de los que sale a las 7 de la mañana y vuelves por la noche para que te dé tiempo a conocer toda la ciudad y te empapes bien de la experiencia o si eres de los que se levanta sin prisa, se da un paseo, vuelve para dormir siesta y por la tarde vuelve a explorar.

Da igual si te gustan las vacaciones relajadas en un todo incluido para descansar o si las usas para descubrir ciudades y volver más cansado que cuando empezaste, pensando que si sería tener mucha cara decirle al jefe al día siguiente cuando te incorpores que te dé unas vacaciones de las vacaciones porque no puedes con tu alma.

Y la sensación cuando pisas tierra forastera: la adrenalina disparada que activa todos nuestros mecanismos físicos y mentales para actuar rápido por si hay algún peligro. Ser consciente de que estás solo a miles de kilómetros de todo lo que te es familiar y pasar en cuestión de segundos de sentir una angustia espantosa a sentir una sensación de libertad abrumadora.

Superar tus miedos y envalentonarte para pedir en el idioma que sea un café, y luego una hamburguesa de un euro, y luego un “chicken tikka masala to take away please” porque tiene toda la buena pinta y te mueres por probarlo pero todavía no has descubierto que tu estómago no está muy acostumbrado a las especias hindús. Hacer transbordos en un metro en el que nunca has estado.

Apreciar la belleza de la arquitectura diferente de cada lugar. Observar cómo se relaciona la gente, sus hábitos y sus costumbres. Decir “esto en España está más barato” o “¿por qué no hay esto en España?” y echar de menos los Mercadona en el caso de que viajes al extranjero.

Para mí, el viajar significa una vía de escape.

Como si es al pueblo de al lado porque mi economía tampoco me da para mucho. Y en esta situación extraordinaria que estamos viviendo, siento que todo se me hace cuesta arriba. Así que el único consuelo que nos queda es viajar mediante libros, series, películas, fotografías y vídeos de nuestros viajes pasados y soñar con volver a sentir todas estas sensaciones en un futuro no muy lejano y libre de virus.

@cristina.hidalquez