Yo no quería tener hijos y acabé teniendo cinco

 

Así es, yo no quería tener hijos.

Ni siquiera jugaba con nenucos cuando era niña. Prefería cualquier otro juguete, porque eso de hacer de mamá no me motivaba nada.

Crecí, me hice mayor, pasé a ser sexualmente activa y lo primero que hice fue ir al ginecólogo para que me recomendara un anticonceptivo eficaz. Me daba pavor quedarme embarazada.

Estuve con la píldora un tiempo y a los veinte me puse un DIU.

Estaba tan segura de que no quería tener hijos que me planteé ligarme las trompas. Cosa que parece sencilla, pero no lo es tanto cuando eres joven y todo el mundo intenta convencerte de que estás equivocada. Que eso de que no quieres tener hijos es una fase…

Y yo no quería, de verdad que no.

Hasta que, en una pausa que tuve que hacer entre un DIU y el siguiente por cuestiones médicas que no vienen al caso… me quedé embarazada.

Fue un shock terrible, porque no me lo esperaba, porque no tenía una relación demasiado formal con el padre de la criatura y porque, joder, llevaba toda mi vida renegando de la maternidad. Lo lógico y normal en mi situación, hubiera sido interrumpir el embarazo. Pero no sé qué me pasó, de repente me visualicé con mi bebé en brazos y todo cambió. Yo, que apenas interactuaba con los hijos de mis amigos, que siempre había tenido el instinto maternal en valores negativos… ahora me moría de ganas de que naciera el mío.

Fue todo tan surrealista que tardé semanas en decírselo al padre. Es que ni yo misma me lo creía.

Esa relación se rompió antes de dar a luz, lo cual me dejó margen para disfrutar de mi inesperada maternidad en solitario y para centrarme en mi hija y en mí. Llevaba tiempo encadenando una pareja con otra y me apetecía estar sola.

 

Yo no quería tener hijos y acabé teniendo cinco

 

Pero, mucho antes de lo que hubiera querido, me enamoré. Me casé con un chico que nos quería a mi hija y a mí. Y que también quería tener hijos propios. Yo dudé mucho, porque de alguna manera me había convencido de que ya había trastocado mis planes vitales lo suficiente. Sin embargo, al final me lancé. Y tuve dos niños más, muy buscados y deseados.

Quién me iba a decir a mí que antes de los cuarenta sería una mujer casada y con tres criaturas. Cuántas veces no me habría dicho mi madre que no se puede escupir para arriba mientras se partía de la risa en mi cara y me recordaba todas las ocasiones en que le había dicho que yo jamás la haría abuela.

Aunque más se iba a reír. Porque la cosa no se quedó ahí, ya que yo, la que no quería tener hijos, acabé teniendo cinco.

Mi extremadamente fértil cuerpo dio la campanada con otro embarazo sorpresa. Doble sorpresa.

Di a luz a mis gemelos el día que cumplí los cuarenta.

El mismo día que también aproveché para hacerme la ligadura de trompas. Que yo a mis cinco niños no los cambio por nada, pero ni de broma me arriesgaba a tener más.

 

Sara

 

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