Comprar en Cash. Cómo comprar a medias entre amigas te hace ahorrarte un dinerito

 

El precio de todo está por las nubes. No hace falta que venga yo aquí a decirlo, es algo que estamos sufriendo todas. Desde pandemia todo está muchísimo más caro y los sueldos apenas han subido. Esta situación nos tiene a todas con la lengua fuera para llegar a fin de mes. Y lo peor de todo es la comida, porque la ropa y otros utensilios son cosas que se pueden utilizar un poco más, que pueden soportar el cambio de las modas y algún remiendo, pero comer hay que comer… y comer, sobre todo si quieres comer sano, se está convirtiendo en un lujo. 

Un día en el trabajo, hablando de todo un poco, salió a la palestra el precio de la carne. La cosa empezó por ahí. Antes el pollo entero estaba baratísimo y la cinta de lomo igual. Aquellos eran los básicos de las personas con sueldos mediocres como los nuestros que, con jornadas reducidas y un nivel salarial bastante triste, no teníamos caché como para comer delicatesen, al menos, diariamente. Pero es que ahora el lomo, incluso en cinta, estaba casi a precio de solomillo y el pollo también había subido bastante. Que ya no era comprarlo en piezas, como hacían las personas más adineradas, es que ni despiezándolo tu misma salían las cuentas.  Y así, mientras nos lamentábamos de nuestra suerte, una de las chicas nuevas, que claramente había sobrevivido a situaciones difíciles y que tenía mucho más mundo que nosotras, nos descubrió una opción que nos dejó locas. 

En los polígonos industriales siempre ha habido tiendas que suministran a comercios, aquellas que venden al por mayor. Las que nos interesaban eran las de alimentación, lugares que vendían mercancía a grandes cantidades a precios más bajos teniendo en cuenta el nivel de compra.  Antiguamente para comprar en esos lugares tenías que estar dado de alta como autónomo, pero de un tiempo a esta parte algunos de ellos también vendían a particulares siempre y cuando comprasen en grandes cantidades.  El precio por unidad estaba bien, pero claro, comprar un pollo etiqueta negra a 2,80 el kg es una ganga, pero tener que llevarse diez era otra historia.  

Aun así y viendo los precios de otros artículos que todas utilizamos diariamente, decidimos hacer una prueba; Haríamos una lista de la compra común, con artículos que solíamos comprar todas para hacer una compra conjunta. Aquello no fue demasiado difícil, porque nuestros hábitos alimenticios eran similares, así que aquel sábado fuimos a un Cash de nuestra ciudad y entre cinco hicimos una compra tan grande que tuvimos que usar varios carros. Compramos carne, mucha carne. Varias cajas de pollos, cintas de lomo, tripas de jamón york tamaño industrial o algunas otras de chorizo y salchichón. Cajas de latas de atún o tomate frito y natural que también nos salieron mucho más baratas que en los supermercados convencionales. Paquetes de refrescos, de agua embotellada y hasta artículos de limpieza e higiene. Vimos que había sacos de arroz de varios kilos y paquetes industriales de pasta, pero eso de tener que separarlo después en bolsas más pequeñas en ese momento nos echó un poco para atrás. Algunos días después, pensándolo fríamente y teniendo en cuenta la diferencia de precio, ya no nos pareció tan descabellado. 

El desembolso inicial fue alto, las cosas hay que decirlas. Al principio pensé que quizás aquella compra no había salido tan barata como me pareció en un principio. Pero una vez en casa y haciendo números, me di cuenta de que tenía comida y artículos de higiene y de hogar para todo el mes y me había salido mucho más barato que si lo hubiese comprado en un super normal. 

A nivel económico está claro que vale la pena, pero los inconvenientes son tener a un grupo de confianza para hacer esa compra compartida y que después nadie se eche atrás.  También es importante tener sitio para guardar todo lo comprado, porque en un piso pequeño es difícil guardar las cantidades necesarias como para hacer una compra de estas características para que valga la pena, aunque se reparta entre varias personas. Aun así, es una buena opción, dado que todo sube de precio sin control a nuestro alrededor.

Descubrir este tipo de estrategias para darle un respiro a nuestros bolsillos cae como agua de mayo, porque a este paso o inventamos nuevas formas para ahorrar un poco o nos tendremos que tirar al monte a buscar setas y caracoles como lo hacían nuestros antepasados.

 

Lulú Gala

 

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