En estos últimos tiempos (la semana pasada y esta, vamos) me han cortado el pelo 3 veces: he confiado en mi padre (1) y mi madre (2), pero el resultado no ha sido satisfactorio, asi que he ido a la ‘pelu’ (3) y ahora soy una mujer feliz con un corte y un color de pelo mag-ni-fi-que. Pero la vida no siempre fue así de fácil. Veréis…

Vengo a exponer dos duros dramas: el de ir a la peluquería… y el de no ir.

El dramón de ir:

  • Comienza antes de ir, de hecho: ¿A cuál voy? Pregunto en los 30 grupos de whatsapp, a ver si alguien conoce una peluquería milagrosa, que la mía está de vacas. Y bueno, porque me gusta el riesgo.
  • Esto igual solo me pasa a mi: el ansia viva te come y tienes que ir YA. Además, oh, milagro: hay hueco. Te vistes derrapando por casa y pagas una millonada de parkímetro verde, teniendo una hora gratis en el azul, que está al otro lado de la calle, sí, en la acera de la pelu, imbécil. Todo sea por cambiar de look HOY.

  • Qué quieres? OMG, venías con la idea clara pero llegas a la pelu y se abre un mundo de posibilidades con tanta foto, tanta revista, y tanto hostia: color, corte, mechas… ¿me radicalizo el pelo? ¿me hago algo que apenas se note? ¿voy de digna?
  • Una vez decidido, manos a la obra.
  • A no ser que ¡AH! la peluquera tiene algo que decir sobre tu idea que tanto te ha costado aclarar: te va a estropear el pelo, a tu cara no le va bien o te va a hacer más pálida son las perlis que me tocan a mi normalmente.
  • Cambio de planes: la tía te convence; te va a quedar infinitamente mejor su propuesta, ¡dónde va a parar!. Así que ahora sí, manos a la obra.
  • Decepción. Me cago en la hostia puta. Pero-esto-qué-coño-es. Este amarillo pollo no me representa, no es el casi-blanco-cool que se lleva ahora. ¿QUÉ HAGO?

 

  • Esperas un mes o dos cagándote en las muelas de todo kiski. Claro, ya tienes miedo, no vas a volver a teñirte enseguida, que te quedas calva.
  • Vas a la pelu mejor-de-las-que-conoces, y te arreglan toito todo. A mí, por lo menos, pero sé de quien no lo consigue casi jamás. Va por vosotras. No estáis solas.

Drama de NO ir

  • Te aburre tu pelo.
  • Estás a punto de comprarte un gel-gloss-bliss-coñete del Mercadona, pero finalmente no lo haces (o sí, y todo será peor).
  • Vas a tu padre/madre/amiga mañosa, o a todos ellos, y les dices que te corten el pelo, que es muy fácil, que con la ‘técnica de la maquinilla’ se queda rectísimo y es super moderno. Lo del color lo tienes asumido: ya si eso otro día.
  • Todo va bien, a no ser que les pidas un corte bob.
  • Pareces un paje.

 

  • Comienza el ‘drama de ir’.*

*Intenta comenzarlo en el último punto: ve a la pelu de confianza. No busques más; no encontrarás nada mejor.

Esto  último es lo que yo haría… si fuera una persona precavida.

Pero supongo que la próxima vez me arriesgaré otra vez e iré a una nueva pelu.

Y luego volveré a la de siempre llorando.

Es el ciclo de mi vida.

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