Cada vez que lo haces te repites a ti misma que esta es la última vez que has llegado a este extremo, que vas a controlar y nunca más cruzarás el límite. Promesas electorales. En España no entenderemos de democracia, pero de fiesta… La vida son dos días, y quinientas noches. Todo empezó con una caña después del trabajo, y tras 3 horas estaba a un vino de ser ilegal en 9 países. De pequeña me caí en una marmita de licor café ¿qué le voy a hacer?

Entré en la discoteca como si fuera el día del juicio final a ritmo de Mambo number five, y volviendo a casa de madrugada me comí las sobras del mediodía pensando que así me garantizaba no tener resaca… ERROR, AMIGA ALCÓHOLICA. Salir, beber, volver a casa y comerte las sobras como una puta enferma, el rollo de siempre.

Y entonces te despiertas y no sabes si te levantas de un coma o regresas tras haber luchado seis años en Vietnam. Este dolor de cabeza debe ser inconstitucional o algo. No puedes ni moverte. Estás a medio camino entre la muerte y volver a beber. No sabes si ir al baño o a la cocina, si hacerte un zumo o la muerta, si llamar al chino o a una ambulancia. Piensas que lo mejor es ir a la cocina y beber Acquarius, esa bebida que nació para deportistas y acabó para gente con resaca y diarrea (gracias por tanto). Y piensas, noventa y seis mil quinientos kilómetros de vasos sanguíneos en el interior del cuerpo y la distancia de mi habitación a la cocina sigue siendo insalvable.

resaca

Pero no hay acquarius. Por no haber, en casa no hay ni leche, y vas a por un ibuprofeno. Cuando de camino en el pasillo te miras en el espejo y ves tu cara de batería de Kiss. Te acostaste maquillada y te has levantado como un mapache drogadicto y maltratado. Que con ese dolor de cabeza a ver quien es la guapa que se desmaquilla el eyeliner de la línea de agua del ojo.

desmaquillarse

Ese tipo de días sólo te apetece tirar los muebles por la ventana, prender fuego a una palmera y contestar “Hodor” a toda persona que se dirija a ti. Da igual lo que pongan por «Peliculón» de Antena 3, te lo tragarás comiendo una barra de fuet a mordiscos (gracias también a ti, Casa Tarradellas) y llorando por ser una borracha.

Al principio le echaba toda la culpa al alcohol «esto ha sido garrafón, fijo«. Pero luego ves que vas a cumpleaños infantiles y acabas borracha. Y no porque te acabes la botella de vodka, sino porque con el tiempo notas que bebes como una de 16 y tienes resacas como una de 60.

Ojalá algún día dando seminarios acerca de cómo dejé de perderme en las cañas de los bares y me subía a las mesas, para convertirme en una ejecutiva de éxito, merecedora del Grammy Latino. Así que amigas, ya lo sabéis. Ésta ha sido la última vez. Con la resaca, tolerancia cero.

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@LuciaLodermann
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