Reproducimos testimonio de una seguidora:

Hasta los 19 años, estuve viviendo con mis padres en un pueblo de interior en el que nos conocíamos casi todos.

Los jóvenes éramos más bien pocos, así que nos juntábamos todas las quintas en la plaza y hacíamos planes con gente de todas las edades. Para la mayoría, nuestros planes eran acabar los estudios e irnos a la capital, pero, aun así, nos gustaba el pueblo. Tuve una infancia bonita y una adolescencia bastante tranquila, pero todo cambió cuando desapareció una chica.

En ese momento, la chica era tres años mayor que yo. La conocía de vista, pero nunca habíamos hablado, era muy guapa y todos la conocían. La última vez que la vieron, fue saliendo de un bar y yendo hacia su casa, pero nunca llegó.

Hubo un revuelo muy grande porque en el pueblo nunca había pasado nada así, se colgaron carteles, vino la televisión, nos tomaron declaración a todos, se hicieron grupos vecinales de búsqueda para cubrir los campos y se formó una asociación en el pueblo para coordinarnos a todos y gestionarlo todo.

Su madre y su padre estaban destrozados, al principio la policía les insinuó que quizás su hija se había ido voluntariamente de casa, aunque ellos lo descartaron des del principio. Se empezó a rumorear por el pueblo que ella se había fugado porque tenían mala relación o por algún novio. No había ningún rastro y a todos parecían convencerles alguna de estas versiones, así que las investigaciones se fueron relajando y su familia era los que seguían haciendo ruido.

Cuatro meses después de la desaparición, encontraron el cuerpo. Estaba muy a las afueras, envuelto en plásticos al lado de un riachuelo. Según nos dijeron, la reconocieron enseguida por la ropa y por unos collares que llevaba, la causa de la muerte fueron golpes fuertes en la cabeza.

El funeral fue muy doloroso. Fue todo el pueblo, llevaron muchísimas flores y la prensa molestó bastante a su familia, que solo decían que querían que se hiciera justicia. Ya no era una desaparición, era un asesinato, y eso generó un clima de miedo y desconfianza que caló muy fuerte en nuestros padres.

De repente era imposible encontrarse a alguien en la calle, y cuando sigo alguien, me refiero a chicas, porque los chicos seguían haciendo vida normal. Todas teníamos el mismo drama en casa, nuestros padres estaban muy asustados y no querían que saliéramos porque el asesino estaba suelto, pero en el caso de los chicos, como mi hermano, no pasaba absolutamente nada.

No soy tonta y puedo entender perfectamente porque lo hacían, aun así, no sé si por ser pueblo o porque nuestros padres no supieron hacerlo de otra manera, se desató una histeria colectiva bastante desproporcionada. Hasta el punto de que, si ibas sola por la calle, a pleno día, te salía alguien del bar o de la panadería a decirte que volvieras a casa y que luego “pasa lo que pasa”. Por estar en la calle, paseando, de día.

Fueron las fiestas del pueblo y todo fue a peor, mis padres sólo me dejaban ir si iba acompañada de mi hermano, que tenía 4 años menos que yo, solo hasta las 22h y, aun así, la gente te miraba con muy mala cara.

No recuerdo cuanto tiempo después, la policía detuvo a un tío de la chica y lo metieron en la cárcel. La familia hizo un comunicado agradeciendo a todo el mundo la implicación que había tenido y diciendo que, al menos, ahora sabían que el responsable estaba encerrado.

Esto, lejos de relajar la situación, puso aun mas nerviosos a nuestros padres. Como todos conocían a ese hombre, de repente ahora todo el mundo era susceptible de ser un asesino. Continuó la locura, el toque de queda y las discusiones.

En mi casa este tema fue muy conflictivo, yo no quería vivir encerrada y menos aun tener que aguantar la mirada y los comentarios de la gente del pueblo, como si al salir yo estuviera buscando que me matasen. Ellos me decían que bastante estaban cediendo y que muchos vecinos del pueblo habían venido a advertirles de que yo me paseaba sola. Que yo no era capaz de entenderlo, pero que lo hacían por mí, que cuando fuera madre lo entendería.

Yo cada vez estaba mas harta, discutía más con mis padres y tensaba más nuestra relación, así que al final, lo que acabó pasando, es que muchas chicas del pueblo empezamos a hacer lo que nos daba la gana. Nos escapábamos de nuestras casas y nos juntábamos en algún sitio que no supieran los cotillas del pueblo o decíamos que íbamos a casa de alguna y nos íbamos al pueblo de al lado. Sé que no estaba bien, pero estábamos muy hartas de todo y ya parecía que todas esas prohibiciones no eran por miedo, sino por no quedar mal en el pueblo.

Casi no me hablaba con mis padres, estaba deseando terminar bachillerato para irme fuera y dejar atrás ese pueblo y la gentuza que no nos dejaba vivir tranquilas. Pasados unos meses, es lo que hubiera pasado, pero después de que me pillasen volviendo una noche a casa, se precipitaron los hechos.

Me montaron el pollo más grande que recuerdo, nos oyeron discutir los vecinos y seguro que todo el pueblo. Nos gritamos, tiramos cosas y mi padre me dio un bofetón que me tiró al suelo y del que se arrepintió en el momento en el que me lo dio, pero yo ya tuve suficiente.

Menos de dos semanas después, me estaba viniendo a buscar una amiga mayor que yo, para irme a su piso en la ciudad de al lado. Mi madre intentó hablar conmigo, pero yo dejé claro que me iba, era mayor de edad y no me lo podían impedir, yo ya no podía más.

Mi padre nunca llegó a disculparse, solo me decía que hiciese lo que me pareciera mejor.

Me fui solo a 40 minutos de casa de mis padres, pero de verdad que fue una liberación. Empecé a tener una vida mucho más tranquila, sin dar explicaciones y tomando mis decisiones. Iba a ver a mis padres los fines de semana, pero como el ambiente era muy tenso, acabé yendo solo un par de veces al mes.

Ellos nunca vinieron a visitarme, ni cuando me saqué la carrera ni cuando me mudé a mi propio piso. Tampoco los eché de menos.

Mi hermano sí que fue viniendo de vez en cuando, incluso algunas veces se trajo a su novia y estuvimos muy a gusto. Le preguntaba por nuestros padres y me decía que ellos seguían igual, que para ellos hice todo mal y que les estaba intentando castigar con el berrinche de irme fuera. Cuando yo lo único que quería era vivir mi vida sin cien ojos diciéndome que me estaba buscando lo peor.

Actualmente, mi relación con mis padres es muy fría. Con quien más relación tengo es con mi madre, pero tampoco es para tirar cohetes y no creo que vaya a mejorar.

Mis amigas del pueblo, estuvieron en la misma o en peor situación que yo con sus familias. El pueblo se volvió un pozo del que salir y todas acabamos huyendo.

Cuando pasa algo tan grave como lo que le hicieron a aquella chica, todo el mundo asume lo rota que se queda esa familia, pero creo que no es tan visible el daño que deja a su paso en el pueblo o en las familias que lo han vivido de cerca.