El mundo tiende a tener una visión un poco distorsionada acerca de las buenas personas. Tanto que decide permitirse el lujo de poder humillarlas para recobrar un poco de autoestima a costa de hacerlas sentir disminuidas. Y es que, a veces, consentir tantas cosas no te convierte en una buena persona, sino en una gilipollas.

A lo largo de mi vida me he dado cuenta del peso que pueden tener cuatro simples palabras sobre la vida de una persona. Palabras que caen como una losa sobre tus hombros y que te acompañan a la hora de salir a correr, mientras conduces o cuando te preparas para un examen. No obstante, si hay algo que duele más que las palabras de una persona dañina, son las respuestas que preferiste no dar por temor a terminar más humillada de lo que ya te sentías.

giphy

Me he percatado de cómo todo aquello que no dije me ha ido consumiendo, envenenando, torturando. Pensaba que si me separaba de aquellas personas que me hacían daño recuperaría aquella relación tan sana que mantenía conmigo misma, pero nada más lejos de la realidad. Todas aquellas cosas que decidí guardarme para mí misma, todas aquellas respuestas que decidí callar por cobardía han ido tomando forma, cobrando vida dentro de mi cabeza, hasta tal punto en el que me he convertido en mi propia enemiga. Ahora soy yo la que se coloca los límites, la que no se permite traspasar barreras, la que no se deja ir más allá. Soy yo la que se repite una y otra vez “no puedes hacer esto” o el clásico “te lo mereces por gilipollas”. Todas aquellas cosas que no dije me han hecho su esclava, me han aislado del mundo y me han obligado a encerrarme sobre mí misma, evitando así que nadie más pueda entrar y transformar mi frágil autoestima en escombros.

Pero hoy, una parte de mí ha decidido acallar las voces de todas aquellas palabras feas que rondan dentro de mi cabeza. No puedo hacer nada para sanar aquella falta de escrúpulos que dejé atrás, pero sí puedo darle un empujoncito a toda esa valentía que albergo dentro para progresar en el futuro. Hoy he decidido romper esas cadenas que me aprisionan y no me dejan avanzar. Hoy he decidido iniciar una revolución contra todas aquellas palabras que me decidí callar. Hoy he decidido que, en esta ocasión, soy yo la que va a ganar.

Aurora Herrera