Advertencia, este artículo contiene altas dosis de positivismo.

Está orientado a personas que han dado por perdida alguna causa o que recientemente han protagonizado una nueva intentona en relación a cualquier reto personal o profesional.

Si te encuentras en uno de estos dos grupos, por favor, ¡sigue leyendo!

 

Hay muchos tipos de SÍ, pero todos tienen en común servir de inyección de vitalidad y renovación para nuestra alma, siempre en busca de nuevas montañas que escalar y mares más anchos que cruzar. Nada sube tanto la moral ni levanta el espíritu a niveles tan supremos como conseguir algo en lo que hemos trabajado y para lo que nos hemos esforzado.

Es el premio gordo escondido detrás del escaparate. El postre del sábado que has esperado desde el lunes. El clímax máximo. El redoble de tambores.

 

Como todo lo que merece la pena en la vida, los SÍ no son algo fácil de conseguir. De hecho, es muy posible que, si estás leyendo esto con los ojos medio cerrados, la boca apretada y los brazos cruzados (¿cómo piensas ir bajando el cursor para seguir leyendo sin usar las manos?, ¿eh?, ¿eh?) sea porque posiblemente, el tuyo todavía no ha llegado.

No desesperes. Es solo cuestión de tiempo. Está comprobado.

Y es que, ante todo gran SÍ, hay múltiples y desagradables NO.

Aunque no todos duelen igual, cada no recibido a lo largo de nuestra vida, en intentos y pruebas que se nos ha puesto delante para nuestro crecimiento y maduración personal, ha arañado un poquito nuestra confianza en nosotros mismos.

Ya desde aquel soberano NO recibido en el test de la Súper Pop, cuando se decretó por mayoría de letras B que Nick Carter no iba a ser el BackStreet Boy’ con el que te ibas a casar, hemos tenido que ir aprendiendo, a menudo sobre la marcha, que todo paso adelante llega después de unos cuantos traspiés.

¿Quién no lo ama, Señor? ¿Quién?

Igual que hay negativas que no olvidaremos nunca, como aquel pre-púber de instituto que se negó a salir contigo, el trabajo donde no te cogieron o el vestido de ensueño cuya talla a tu medida no encontraste, hay SÍ que marcan completamente la diferencia entre lo que merece la pena y lo que solo es parte de nuestro aprendizaje.

En mi caso personal, recuerdo varios tipos de SÍ por lo que su significado tuvo para mí.

Estuvieron los SÍ que daban paz espiritual, como el de la beca concedida que me indicaba que iba a poder seguir adelante mi licenciatura, sin esquilmar a mis padres para que me pagaran la matrícula. El Sí a mi nosecuál intento de aprobar el examen práctico de conducir, que me lleno de una gran sensación de ¡oh, Dios, por fin dejaré de gastar pasta! y, sobre todo, el mayúsculo SÍ de la primera editorial que vio en mí potencial para ser escritora de novelas.

Ese SÍ fue para mí lo que The Revenant habrá sido para Leonardo DiCaprio. Algo incomparable y por lo que mereció la pena esperar.

 

Lo que me dejó claro que cada caída, que cada vez que dudé y sentí ganas de rendirme, hice bien no flaqueando.

En ese momento, cuando abres una carta, recibes una llamada o lees un correo electrónico que contiene un sí que has estado esperado durante más tiempo del que jamás te atreverás a reconocer, todos aquellos NO que en el pasado tumbaron tus esperanzas e ilusiones, empiezan a cobrar sentido.

Estás tan contenta que te permites ser magnánima contigo misma y reevaluar la negativa desde la perspectiva satisfecha que te da haber conseguido algo que querías, sin importar lo que sea.

El que no te cogieran en ese trabajo o no aceptaran tu escrito en aquel blog no era en realidad signo de que fueras un fracaso. Aquello no quería decir que no fueras lo bastante buena o que tuvieras que rendirte porque no valías para lo que pensabas que era la razón de que existieras en el mundo.

Pensarlo es inevitable, por supuesto. Esconderte bajo la sábana y llorar amargamente, también vale. Es terapia, pero ahora, estando en disposición del SÍ, sabes la verdad.

Y es que esos NO, no eran rechazos, eran nuevas indicaciones. Fueron los GPS que te llevaron hasta el en el que estás ahora. O ese que todavía no ha llegado, pero que se encuentra sin ninguna duda, a las puertas de explosionar directamente en tu vida.

Si tiramos de sabiduría popular, cuando se cierra una puerta se abre una ventana, y eso es exactamente lo que cada no viene a querernos decir. Sigue intentándolo, porque si este no es el camino, es que tu senda de baldosas amarillas no se te ha presentado todavía.

A la escritora J.K. Rowling le rechazaron su primer manuscrito de la saga Harry Potter en más de cuatro ocasiones (despidos everywhere…) y Elvis Presley fue un completo desastre en los Talent Shows de su época, llegando a escuchar de boca de los críticos que debía “dedicarse a otra cosa”.

¡Pues ninguno prestó oídos a esos NO!

Tu momento llegará y eso no hay Dios que pueda discutirlo, aunque seas ateo. Te cogerá en zapatillas, sin peinar y con un menú cutre de andar por casa para celebrarlo (sé lo que me digo, yo comí ensalada y papas guisadas el día que firmé con Planeta), pero vendrá a hacer de un día común y corriente algo digno de ser conservado en tu álbum de momentazos. Y entonces recordarás este artículo y sabrás que yo SÍ tenía razón.

Lo que será un gran momento para mí.

Nadie está nunca preparado para un rechazo. Siempre va a doler y conseguirá que tu fuerza de voluntad se tambalee. Porque es verdad, a veces pesan más dos malas críticas que cuatrocientas sonrisas de cariño, pero el truco está en ver cada uno de esos tropiezos como el principio de una oportunidad nueva para volver a empezar.

Tiraré de caso práctico:

Tiempo atrás, recibí un NO en algo que he reseteado de mi mente con suma facilidad, ¿el por qué? Pues porque hace algunas semanas, estando sentada en la silla del dentista, con la boca abierta cual boa constrictor, la cara llena de arcilla naranja con sabor a Frenadol y sosteniendo contra mis molares la dentadura postiza con la cual iban a tomarme un molde para una férula de descarga, abrí el correo.

Y allí estaba mi gran SÍ de mano de WeLoverSize, invitándome a compartir artículos con ellos y dándome la bienvenida a este lugar maravilloso desde el que ahora os hago partícipes de mis locuras más insanas y personales.

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Welcome to the Gordibuena’s world baby

 

Un SÍ de los grandes, coño. Uno de los buenos. Sonreí de una manera que habría hecho sentir orgulloso al Joker (ayudó un poco el chisme que tenía en la boca, lo admito). Llegó cuando menos lo esperaba, viniendo a traerme en esta dirección después de que otro camino se me hubiera cerrado.

Ahora sé que no hay nada que lamentar. Que estar aquí era lo que se guardaba para mí. Aquel NO tiene peso y significado ahora. Me trajo aquí, me forzó a buscar otra puerta y llamar al timbre con la convicción de que si antes había fallado ahora podía hacerlo mejor.

¡Y no sabéis cuanto me alegro de haberlo intentado!

Parafraseando a un personaje de la saga Piratas del Caribe, ninguna causa está perdida mientras quede un loco dispuesto a luchar por ella.

Cada uno de los propósitos, sueños e ilusiones que albergues, hayas tenido o aspires conseguir en tu vida, cualesquiera sean, son metas que te pertenecen; así que deja de lado todo miedo, olvida los NO y pregúntate solo una cosa:

¿Vas a dejar que otro más loco que tú lo consiga antes? ¿Por qué?

Nick Carter NO lo aprobaría.

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Resistirme a otro gif suyo… ha sido imposible.

PD: Este artículo va dedicado también a todas las personas que preferían a cualquier otro de los BSB, e incluso a quienes no podían ni verlos. Por favor, no te sientas excluido sino compartías los gustos musicales predominantes delos ’90