Cuando llega la hora de estar desnudos es la hora de la verdad. Toca afrontar los complejos y cruzar los dedos para que la otra persona no se fije demasiado en ellos. Dentro de lo que cabe es algo normal, pero a veces a los hombres nos genera problemas que a lo mejor no habéis tenido en cuenta.

Es perfectamente comprensible que tengáis vuestras dudas, miedos e inseguridades pues todos los tenemos, pero a veces un exceso de celo acaba siendo completamente desastroso. Cuando nos acostamos con una mujer por lo general intuimos qué nos vamos a encontrar.

Por eso suele acabar resultando tremendamente poco atractivo que os vistáis nada más acabar para evitar que os veamos, la insistencia a veces asfixiante de apagar siempre la luz o evitar ciertas posturas por estética. Incluso me he llegado a encontrar mujeres con las que es prácticamente imposible que se quiten el sujetador si es que no acaba en pelea.

Salvo que te vistas con una bolsa de basura sabemos si tienes curvas y dónde. Por el tamaño y la edad podemos imaginar a qué altura se te van a quedar las tetas cuando te quites el sujetador. Y por supuesto la celulitis la damos por descontada. Cada mujer es un mundo, pero ya sabemos que nos atrae y nos seguirá atrayendo cuando se desnude.

Soy bastante partidario de la estimulación visual, como muchos hombres, a la hora de ir a la cama. Además entiendo el sexo como algo muy íntimo, sea con mi pareja sentimental o algo pasajero, y por tanto le doy bastante importancia al momento de después, tanto en conversación como en acciones. Por eso la manera de comportarse acaba teniendo una gran repercusión en el resultado final del encuentro.

Es completamente frustrante luchar incansablemente para que nos creáis cuando os decimos que nos gusta veros, porque lo único que entendemos con vuestras negativas es «No te creo. No confío en ti». Esta postura me acaba generando rechazo, pues sentir que la otra persona te trata de mentiroso no es plato de buen gusto.

Os quiero seguras, decididas y dispuestas a comeros el mundo (y a mí con él). Sí, sé perfectamente que hay hombres que no son así, que no solo puede que no les atraigas después de desnudarte sino que además puedan llegar a groseros. Si te encuentras a uno así haznos un favor y dale, de mi parte, una patada en los huevos. Pero, por favor, déjanos a los demás disfrutar de ti.

Autor: Héctor Sexreto