¿Cuántas veces me habrá recomendado una peluquera un estilo de peinado para disimular las cicatrices de mi cabeza? ¿Cuántas veces me habrán dicho “mejor no te cojas esa camiseta con la espalda abierta, se te verá la cicatriz”?

Pues resulta que A MI ME ENCANTAN MIS CICATRICES. Las veo cómo medallas que condecoran mi piel. En mi cabeza podría ser algo tal que así:

– Por su valentía, por su belleza y por llevar tan bien las jaquecas cuando cambia el tiempo… Entrego a Ángela H. estas cicatrices en la cabeza para que nadie olvide lo jodidamente increíble que es. – Dijo la capitana (si, es mujer) entregando las cicatrices a Ángela en un acto para celebrar la condecoración de su honor.

Bueno, a lo mejor se me va un poco la cabeza con la imaginación… ¡Pero es así! Las cicatrices me parecen interesantes, narran historias. Lo único malo es que hay que protegerlas más de lo normal del sol (cuidado, melanoma a la vista). Y las cicatrices no solo me parecen interesantes por sus historias, ¡fisiológicamente también son increíbles! Pensadlo así; la piel se ha reparado sola, formando un tejido fibrinoso que no cubre todas las funciones de la piel sana… Pero que la mantiene unida y te protege de microorganismos. ¡Gracias cicatrices! I love u.

Me encantan todas esas valientes que suben imágenes de sus cicatrices, que las muestran. Si no las enseñamos, no las normalizamos. Así que la capitana de mi imaginación les aplaude. ¡Bravo!

También quería aprovechar para decir a la gente que no hace falta que me señale que se me ve la cicatriz cuando el viento me despeina y la deja a la vista. I know, tengo una cicatriz y a veces sale a saludar, no hace falta que me lo digas para que la tape. Aunque te agradeceré lo de que me avises cuando estoy despeinada en general, porque antes muerta que sencilla.