Y por eso no me queda otra que pedirte que te marques un Pimpinela, así que:

 

Vete, olvida mi nombre, mi caaaaasa, mi Whaaaaatsapp y pega la vuelta.

Vete, olvida que exiiiiiisto y no me stalkees.

 

  • Porque de lunes a viernes vivo con el alma en vilo, acojonada de dar un paso en falso y que salgas corriendo y este finde tampoco te vuelva a ver.
  • Porque es que “te agobias”, y aunque me has dicho mil veces que eres poco amigo del teléfono cuando voy a ponerte un mensaje resulta que estás en línea. Quizás es que con quien no te gusta usar el teléfono es conmigo.
  • Porque mis Whatssaps tienen que ser modo telegrama: breves, con la información básica e importante; no sea que me de por preguntarte qué tal tu día y estemos chateando sobre besugadas.
  • Porque me morí un poquito más por dentro cuando me soltaste la mano delante de conocidos.
  • Porque, sí, me di cuenta, cuando nos encontramos a tu amigo y él nunca había oído hablar de mí.
  • Porque me he tenido que acotar tanto que ya no soy más yo, no sea que mi intensidad te asuste, que te des aún más cuenta de que estoy estaba enamorada de ti, y la verdad es que si no soy yo no sé quién otra puedo ser, porque solo aprendí a ser esta.

Y sinceramente, por una noche de insomnio gimiendo no me vale la pena pasarme seis llorando.

Que toda la tensión que acumulo de decirme a mí misma “no le escribas”,”no le llames”,”espera un poco más”, “ya te presentará a sus amigos aunque él conozca de sobra a los tuyos” (y otras mamarrachadas que NO SON PROPIAS DE MI ) se vería compensada si el mayor vikingo empotrador sobre la faz de la tierra me poseyera durante siete lunas con sus siete soles, (que debe de ser el equivalente a un año de tratamiento de Valium) sin parar.

(y es más probable que acabe de esta manera)

Ni tú eres ese empotrador ni mi chirri es de hierro, y además, ni siquiera creo en las compensaciones; si alguien vale, vale; pero la pena que se quede fuera de la ecuación, porque ahora he aprendido que lo único que otro no debe mojar son mis ojos.