¡Ay el amor! Qué bonito y… ¡qué complejo! A mis treinta años yo puedo decir con total convencimiento que sé andar, sé hablar, sé comer, sé planchar camisas, sé escribir, sé nadar, sé montar en bici y sé freír un huevo, pero no estoy ni mínimamente convencida de que sepa amar. En el tema del amor, por mucho tiempo que pase, por muchas relaciones que tenga, siempre me siento una aprendiz.

Por eso, quizás todo lo que vaya a explicar a continuación no tenga ningún sentido, pero yo, convencida lo digo, lo veo así:

Me gusta un chico. Y me gusta mucho. Permitidme el regodeo sentimental, pero chicas, hacía muchísimo tiempo que no sentía algo así, porque hace unos años tuve una relación que acabó peor que mal y desde entonces no veáis la de tiempo que he tenido que dedicar a recuperarme. Con deciros que me pasé casi un año sin follar porque es que me daba hasta miedo estar con un tío os lo digo todo. Pero eso es agua pasada y superada, así que no voy a revolver la mierda.

Ahora me gusta un chico y es un chico maravilloso. Con sus virtudes y sus defectos, que tampoco creo que esté yo ciegamente enamorada y no sea capaz de verle ni una cosa mala. Hay muchísimas cosas que me gustan de él, pero también hay alguna que no me gusta nada. Pues lo normal.

tumblr_nbzh58nC9w1tq4of6o1_500

Me encanta hablar con él de cuantas más cosas mejor y me encanta reírme con él porque creo que tenemos un sentido del humor muy parecido (a la par que peculiar) y yo me meo de la risa con sus chorradas. Me encanta sentarme siempre a su lado en los bares y restaurantes porque si nos sentamos enfrente entonces no podría comer o beber mientras le toco la mano porque ahora resulta que soy ese tipo de persona. Y bueno, me encanta follar con él, obviamente, pero no os voy a dar detalles que esto no es la Bravo. 

La cosa es que cada día estoy más convencida de que el chico me gusta de verdad, y punto. Y aunque parezca mentira, también he tenido que lidiar con ese sentimiento, porque al principio me asustaba un poquito. Me ha costado reconocer que el chico me gusta, aunque ahora que lo he hecho, pues qué queréis que os diga, estoy mucho más tranquila. Reconocer algo que es obvio y dejar de autoengañarte o excusarte está muy bien.

Pero, ¿sabéis qué pasa ahora? Que el hecho de que me guste a muerte este chico… no ha disipado lo que me gustaban otros. A él lo conocí a finales del año pasado y, evidentemente, yo tenía vida antes de él. Mi vida no ha sufrido un cambio drástico ni nadie ha apretado un botón de «todo lo anterior no cuenta ahora solo le tienes a él». Yo tenía mis historias, mis amores platónicos, mis hombres recurrentes y los pesados que siempre vuelven cuando nadie los llama. Y ahí siguen, todos ellos. El nuevo no ha desterrado a los viejos, simplemente se ha sumado a ellos.

Ayer mismo me di cuenta de esto y decidí hacer un dibujo, porque tengo seis años o algo. Me di cuenta de que siempre tenemos varios frentes abiertos y que gestionamos muchos tipos de relaciones a la vez, aunque siempre prioricemos una por encima de todas las demás. En otro momento me hubiera parecido una locura pensar que es compatible estar encoñadísima con un tío y reírle las gracias a otro, pero os juro que ayer, cuando tenía este dibujo en mente, me pareció lo más lógico del mundo: me gustas un chico, sí, pero también me siento atraída por otros.

Perra de Satán progresa adecuadamente en plástica
Perra de Satán progresa adecuadamente en plástica

Existe algún tipo de acuerdo social por el que si quieres, te gusta, o estás con una persona, no puedes ni mirar a otros, solo debes de tener ojos para tu ser querido, cuando… todos sabemos que no es así. Entonces, ¿por qué disimulamos? Recuerdo que cuando tuve mi primer novio, pues qué os voy a decir: estaba enamorada pero de mear corazones. Sin embargo, no podía evitar sentirme atraída hacia otras personas, y eso me hacía sentir realmente mal. Me creía que yo era una fresca por no amar ciegamente a mi novio y me creía que estaba amándolo mal y debía esforzarme más, porque no me entraba en la cabeza que quieréndolo tanto como lo quise todavía se me sobresaltase la pepitilla cuando veía a ciertas personas.

Somos humanas. Tenemos dos ojos y un chichi. Somos seres biológicos y es inevitable que, por mucho que nos guste una persona, sigamos teniendo reacciones fisiológicas esperables, como que al ver a Quim Gutiérrez sin camiseta en la tele queramos frotarnos contra el reposabrazos del sofá. Dejemos ya de reprimirlas y comprendamos de una vez que a todo bicho viviente le pasan estas cosas, y estas cosas nunca van a significar que estés queriendo mal o que estés queriendo menos, sino que, por suerte para ti, porque si no ibas a morir de amor, literalmente, tu corazón no va a ser capaz nunca de desactivar tu cerebro, y tu cerebro no puede evitar reaccionar a todos los estímulos que nos rodean.