Lo que empezó hace diez años como una tontería fruto de la embriaguez, primero del alcohol y semanas después de la todavía revolución de las hormonas en la postadolescencia, aderezado con el “mira qué bien sabe este cacao”, se ha convertido en algo sumamente maravilloso que jamás pensé que me iba a ocurrir.

Ella es mi mejor amiga. Esa amiga que siempre soñé tener. Como digo yo, la de las películas americanas… pero sin puñaladas en la espalda, porque ella, en mi espalda, solo clava besos que erizan la piel.

Nos conocimos en el instituto y desde entonces hemos vivido de todo: viajes soñados, millones de primeras veces, despedidas, momentos duros y días gloriosos, celebraciones de todo tipo, lágrimas y risas, muchas risas, miradas cómplices, confesiones, caricias, abrazos y besos… Hemos compartido segundos, minutos y días hasta quedar sin aliento y siempre, cuando nos hemos tenido que separar, un vacío se instala en mi pecho.

A mí nunca me habían gustado las chicas. A ella tampoco. Pero entre nosotras surgió ese algo, esa química, esas mariposas, esa complicidad, esa magia, esa chispa…

Y qué si no es lo “normal”. Qué poco me gusta esa palabra, por Dios, si al fin y al cabo, ¿existe algo que sea normal de verdad o es solo una palabra más que usa la sociedad para ponerle un nombre a lo que se sale de lo común?

Y qué si no es lo común. Y qué si alguien se siente ofendido, si te señala con el dedo y se ríe. Son ellos los que tienen un problema, no yo, no nosotras.

Para mi familia yo siempre he sido una niña rebelde. Soy tan diferente a las personas que la forman… fumo, bebo, engordo y me quiero. Me quiero porque ha sido ella la que, queriéndome tal y como soy, con mi mal humor y mis lorzas, me enseñó a quererme. Ella me ha enseñado que no importa el qué dirán si tú te sientes bien, y gracias a ella, SOY FELIZ.

Uno nunca sabe lo que el tiempo puede deparar pero si tuviese que elegir unos labios que besar el resto de mi vida, serían los suyos. Si tuviese que escoger solo un cuerpo que ver, tocar y saborear hasta la eternidad, sería el suyo. Si tuviera que decidirme por un lugar en el que vivir, sería su pecho.

Porque sin esperarlo, ella es lo que siempre busqué en mi vida. Porque ella es mi mejor amiga, mi sueño, mi realidad, mi todo. Porque ella sabe todo de mí y es la única persona que es capaz de apoyarme en cualquier locura que se me pasa por la cabeza. Porque sin ella, simplemente, no sería yo. Porque decir que la quiero no abarca todo lo que siento por ella.

Alicia I P