Todo ocurrió en una de las mil idas y venidas que he tenido y tendré en mi amadoodiado Tinder. Mucho curro, ganas de cucharita, mimos y escapar…y apareció él: nombre vasco megaexotico, ojos azules y fotógrafo. Fotos algo indecentes en Instagram, el empotrador en potencia perfecto vamos.

giphy (1)

Tras un par de conversaciones, quedamos en Sol para cervezear. Yo con los nervios bebo más birra que Homer, besico por aquí, magreo por allá…vamos a tu casa chato. El alcohol corriendo por mis venas aumentó mi curiosidad y mis ganas de experimentar en aquellos tiempos, y acabamos en la cama, descubriendo su interés por el bdsm y otras artes oscuras (pero esto es otra historia que os contaré en otro momento).

giphy (2)

Follamos, reímos, dormimos y me fui al curro bien temprano desde su casa sin pasar por la casilla de salida. TOTAL. Que escribo un whatsapp de rigor: qué tal, cómo va la mañana, fuiste a trabajar….A lo que después de varias horas contestó algo así como….«me acaba de pasar algo mágico. Me he reencontrado con un summer love, ella se fue a trabajar fuera de España y tuvimos que dejar de vernos…acaba de volver a España y llevamos todo el día juntos. Hemos decidido volver a intentarlo.» FIN DEL MENSAJE.

giphy (3)

A mi se me quedó cara de póker, porque de verdad que vaya historia tan currada y elaborada para tarifar a alguien. ¿En serio te has re—enamorado en…cuánto….9 horas? Jajajaja qué grande, de mayor quiero ser cómo tú <3

En fins… que desde entonces se quedó con el «samerlof» paratodalavidadedios, y su legado me acompañará a mi y a mis amigas hasta el fin de los tiempos.
Eso sí, la tengo bien guardada, por si alguna vez me da por ser una cobarde y ser el «samerlof» de algún lío de una noche.
Me encantáis chicas. Gracias por tantas risas.

Anónimo