La depresión es un trastorno del estado de ánimo tan común como desconocido. Probablemente entre las 350 millones de personas que la padecen se encuentre tu novio, tu hermana, tu amigo, tu madre, tu compañero de trabajo, el desconocido que está sentado frente a ti en el metro o tú. Es una lotería que puede tocarte aunque no juegues.

Común, desconocida y devastadora. Duele a quien la padece y a quienes le rodean, pero no es un dolor que se vaya con ibuprofeno. Lleva tiempo, esfuerzo y lágrimas -muchas lágrimas-, y dentro de esa espiral de caos, tanto la persona con depresión como sus seres queridos dirán cosas, cosas que dañaran, cosas que solo son entendibles si convives con la depresión.

«No siento nada. Podría morirme y me daría igual. Podrías morirte y no me importaría». Quince palabras que te destrozan. Te metes en el baño a llorar porque no quieres que te vea así y te preguntas una y otra vez cómo ha podido decirte eso, hasta que te das cuenta de que no es él quien habla. Es la depresión.

«Tienes que poner más de tu parte, si no lo intentas nunca te pondrás bien». Y te sientes culpable, jodidamente culpable, pero hay una presión en el pecho que te empuja hacia la cama. Te convences de que tú te lo has buscado, que la depresión te ha escogido a ti por débil. Te enfadas, no te entiendes pero lo que más duele es que los demás no te entiendan.

Son las dos caras de la moneda y en ambos casos habla el miedo.

Hay muchas cosas que puedes hacer para ayudar a alguien con depresión. La primera y más importante es informarte sobre esta enfermedad, el conocimiento vence al miedo. La segunda es buscar tu propia red de apoyo, la necesitarás. La tercera es comprender que ambos sois personas y, como tal, cometeréis fallos.

Muchas veces, con la mejor intención, querrás dar algunos consejos a quien padece depresión, pero hay ciertas cosas que lejos de ayudar pueden minar más el estado de ánimo.

1. «Piensa que hay gente que lo tiene peor. Podrías tener algo incurable como un cáncer.» Los problemas de otras personas no harán que los suyos desaparezcan. Además, equiparar el sufrimiento de las enfermedades mentales con el de las físicas perpetúa los estereotipos relacionados con la salud mental.

2. «¿Por qué no salimos de fiesta? Seguro que así te animas.» La depresión no es como un día de bajona que se cura saliendo de fiesta. Es más, el agobio de las discotecas y el alcohol pueden agravar la situación.

3. «Al final con tanto drama me vas a deprimir a mi. Venga va, cambia esa cara.» Si consigues que alguien con depresión se abra y comparta sus sentimientos, por favor no le digas esta frase. Solo servirá para hacer que se sienta más culpable y se coma sus sentimientos en solitario.

4. «¿Por qué no dejas los antidepresivos? Igual son tantas pastillas las que te hacen estar mal.» En primer lugar, los psicofármacos no son ibuprofeno. En segundo lugar, no eres su psiquiatra para recomendarle algo así. En tercer lugar, ni de coña le dirías esto a una persona con cáncer, diabetes u otra enfermedad física.

5. «Estás siendo un poco egoísta. Piensa en tu madre y lo mal que lo está pasando.» Una persona con depresión es de por si muy exigente y dura consigo misma, así que con críticas (porque esto no es un consejo) de esta línea solo conseguirás que se sienta más culpable.

6. «No lo entiendo, ¿cómo puedes estar deprimido si tienes una vida perfecta?» La depresión no siempre va de la mano con un suceso traumático o una situación vital dura. A veces llega sin buscarlo, justo en tu mejor momento, y resulta más incomprensible y difícil sobrellevarla.

7. «Ya verás como mañana lo ves todo de otra forma y te encuentras mejor.» Puede que sí o puede que esté peor que ayer. La depresión no se va tras consultarlo con la almohada, es un proceso largo con altibajos, por eso es mejor enfocar las esperanzas a largo plazo.

8. «Tu tienes depresión, otros se mueren de hambre. La vida no es justa, pero hay que sobrellevarlo.» Pues sí, la vida es injusta, pero al decir eso estás restando importancia a sus sentimientos y provocando que se sienta incomprendido, desagradecido y culpable.

9. «Pues mi primo tuvo depresión y haciendo deporte se le acabó pasando.» La depresión no es algo que «se te pasa». Hace falta esfuerzo y un seguimiento psicológico. Durante ese proceso, cada uno afronta su situación de la mejor manera que puede, ya sea haciendo deporte, leyendo cómics o cosiendo a punto de cruz.

10. «No le des tantas vueltas a las cosas. Tu problema es que te rayas demasiado.» Qué facil es decirlo, pero detrás de esa «rayada» se esconde un desbarajuste neuroquímico, conductual y cognitivo del copón. Igual la solución no es tan fácil como la vemos quienes no padecemos la enfermedad.

Hay ciertas cosas que es mejor no decir, pero con tacto y paciencia encontrarás las palabras adecuadas para expresar tus sentimientos.

«No estás solo en esto. Me tendrás a tu lado para cualquier cosa.»

«Tómate los días con calma y a tu ritmo, yo estaré contigo el tiempo que haga falta.»

«Siento mucho que estés pasando por esto, pero vas a salir adelante.»

«Me cuesta imaginar por lo que estás pasando, pero intentaré entenderlo de la mejor forma posible.»

«No me gusta que estés pasándolo mal en soledad, a lo mejor te vendría bien tomar el aire. ¿Quieres que quedemos y demos un paseo?»

«Creo en ti y sé que vas a superarlo.»

«Esto no es culpa tuya, vamos a machacar esta enfermedad entre los dos.»

«Cuentas con la medicación adecuada y la ayuda de un gran psicólogo, saldrás adelante».

«Estoy orgulloso del esfuerzo que estás haciendo.»

Y si todo esto falla, a veces lo que más ayuda es un abrazo.