Que sí, lo sé, lo sé: que el mundo está a punto de acabarse, que estamos en medio de una pandemia global y que, para que todo esto dé más miedo, solo faltan zombies andando a sus anchas por las calles de Barcelona.

A pesar de todo, la pequeña gran  nihilista que hay en mí echa muchisísisisismo de menos salir de fiesta. Pero muy mucho, ¿eh?

Tanto, que si me dieras a elegir entre comer sin engordar o una noche eterna que nunca acabe, la respuesta sería automática en mí:

«Moveré alegremente mis lorzas all night long«

Pero ¿qué queréis que os diga?, a mí la fiesta me mola más que la nueva colección de jerséis de invierno de Oysho. Y aquí os comparto mi TOP 10:

 

  1. El copeo previo con maquillaje incluido. Sabes que la noche promete cuando quedas en casa de tu partner in crime para maquillarte y que te preste algo de ropa mientras bebéis la primera copa.
  2. Encontrarte a tu ex yendo toda diva. No me digáis que no es subidón del bueno encontrarte a tu ex novio el día que vas con el look perfecto y poder ignorarle un poquito.
  3. Hacer una mejor amiga nueva cada vez que vas al baño. ¡Ay, la de buenas amigas que hice! De esas que acabas compartiendo confidencias, dramas y pintalabios.
  4. El microsegundo que necesitas para saber que ponen tu canción favorita.
  5. Cerrar los ojos y dejarte llevar por la música y las vibras de la gente bailando.
  6. El roce de notar a gente desconocida. Mira que antes lo odiaba… Pues bien, ahora mataría por bailar en una sala bien abarrotada de gente.
  7. “La última y a casa”. Esa mentira que va pasando de generación en generación cuando tu colega se quiere pirar para casa, y tú la invitas con la esperanza que se ponga un poco piripi y la convenzas para quedarse mil horas más.
  8. Hacer de psicóloga de tú amiga borracha que está llorando. ¡Ay, la de traumas que han escuchado los bafles de las discotecas! No hay nada más eficaz que las luces parpadeando sin cesar y un par de gin-tonics de más para sacar todo lo que te ronda por la cabeza.
  9. La ronda de chupitos de Jagger. Sabes que es muy mala idea, lo sabes. Pero la haces. Es lo que se conoce como punto de no retorno. A partir de ahí, todo será borroso.
  10. He dejado lo mejor para el final: Llegar a casa con tu globo y cocinarte un plato de pasta que ni Dabiz Muñoz. Nada sabe tan bien como un buen atracón para absorber el alcohol de la noche.

 

Y hasta aquí, amigas.

Ahora es cuando suena flying free y se abren las luces de la disco.

Espero que cuando todo este termine podamos recuperar alguna que otra fiesta perdida durante la cuarentena.

Y, con suerte, conocernos en alguna cola del baño y prestarnos un pintalabios.