Todas hemos cambiado mucho desde esa etapa extraña que es la adolescencia, estoy segura de ello. De una manera u otra, de formas diferentes, pero hemos aprendido mucho por el camino y hacemos todo lo posible para ponerlo en práctica. Esto va especialmente para aquellxs lectorxs que están en esa etapa, para que se quieran mucho y muy fuerte, que crezca su amor propio, para que pongan límites, para que entiendan lo válidxs que son y que quizá, absorban algo de lo que nosotras ya hemos aprendido con los años. 

 

  1. Tus emociones son igual de válidas aunque otra persona no las sienta de la misma manera

No dejes nunca que nadie invalide lo que sientes, que lo haga chiquitito, que te diga frases nocivas como: “por qué te sientes triste” “no deberías estar llorando” “pero ese problema es una tontería”. Lo que sientes es válido y si lo sientes así es por algo, el primer paso es la aceptación de la emoción.

Luego podemos y debemos analizar de dónde viene, cómo podemos trabajarla y cómo actuar ante ella y sus causas, pero jamás negar su existencia o invalidarla porque no es sano ni bueno para la persona que lo está sintiendo. Y si tienes a tu alrededor a alguien que dice esas cosas, recuerda que el problema es suyo, no de ti ni de tu emoción.

  1. La amistad se basa en el respeto no en la admiración

Está muy bien admirar a los tuyos, sentirte feliz porque logren sus metas, porque cumplan sus sueños, por verlos felices. Pero un exceso de admiración suele llevar a la comparación, y ya sabemos de sobra que compararse solo hace que cojas lo mejor de la otra persona y lo pongas al lado de tu peor versión, y no es para nada acertado ni justo hacia ti.

Mejor, basa las amistades en otras cualidades como el respeto, el cariño, la diversión y la empatía, más que en la admiración.

  1. Pon límites y di no.

Es muy importante este punto y a nivel personal considero que es de los que más me ha costado trabajar. Soy una persona complaciente con lxs demás y siempre intento adaptarme a los planes comunes y dejarme llevar por la corriente.

Sin embargo, desde que aprendí lo sano que es decir que no a un evento, comunicar que no quieres algo en concreto, poner límites a ciertas actitudes, soy un 100% más feliz y además un 200% mejor amiga, porque diciendo lo que necesitamos hacemos que el resto del mundo también sepa cómo actuar con nosotras.

Y también saber que por el camino del autocuidado y el amor propio habrá gente que se enfade o le descuadre porque o bien no haces lo que ellxs quieren que hagas o bien les convenía que no pusieras límites, asique ya sabes, tú a decir NO.

 

  1. Tira las expectativas a la basura.

No son sanas y hacen que construyas el futuro antes de que ocurra, impidiendo que se desarrolle de forma natural. A veces simplemente cuando llega ese momento, si no se corresponde con la imagen formada que tenías en tu cabeza, te genera frustración o tristeza. Porque como bien sabemos, en nuestra mente los dramas, las historias y las expectativas son bastante más grandes de lo que son en realidad.

Por otra parte, en mi historia de vida he podido apreciar que las expectativas en las relaciones, por ejemplo, favorecen que se genere una peor comunicación, porque esperas que la otra persona adivine lo que necesitas sin decirlo claramente. Y esto es erróneo, porque nuestra gente no tiene una bola de cristal para ver el futuro.

 

  1. Vive la vida que tú quieras vivir

Vale, esto así dicho parece sencillo y obvio, pero quiero puntualizar algo concreto. Todo el mundo busca la vida que le apetece vivir, pero en el camino te encuentras a gente que te plantea que tus decisiones y caminos simplemente están mal. Que no deberías querer eso, que hay algo mal en tu decisión, que no es normal. Y esto, a veces, es difícil de ver.

Simplemente sigue fiel a tu decisión, construye tu propia realidad, no hay mayor lección de amor propio. Y si te encuentras a gente que te hace dudar o que con sus dos cojonazos te dicen que está mal, recuerda mis palabras: cuando haces algo que se sale de los esquemas mentales de la gente siempre y digo siempre van a tomarlo por la vía de lo negativo, considerando que está mal, desconfiando de ello y planteándote resultados catastróficos.

Y también recuerda esto: pasa de ellxs y sigue adelante.

amor propio

  1. Di las cosas que piensas en los debates grupales y las conversaciones de amigos.

Mira, la peña es una cobarde, en muchas ocasiones no dicen lo que piensan si todo el grupo está validando a la vez un argumento. Nuestro cerebro de supervivencia dice eh chata, que toda la gente está diciendo que sí a la mierda que acaba de soltar por la boca Juan, asique cállate que si no no encajarás en el grupo. Y ahora estaréis pensando pues no mira, en mi grupo de amigxs no es así, siento que la gente siempre dice bien lo que piensa, y totalmente de acuerdo, porque es tu grupo de amigos cercanos.

Ahora, vete a una comida de empresa, a una cena con amigxs de tu pareja o a un evento pijo. Ah chata, ahora sí se ve más lo que yo digo. Pues en esos momentos es cuando más tienes que responder, argumentar y decir tu opinión con seguridad, mostrar tu amor propio, especialmente si la otra persona ha soltado una machistada, un comentario racista, homófobo, o simplemente ha faltado el respeto.

Porque sus amigotes de alrededor seguramente van a darle la razón o simplemente a callarse, que les convierte en igual de mierdas secas que quien lo ha dicho. Sorry not sorry.

 

  1. Trata con cariño a versiones anteriores de ti misma que no sabían lo que tú sabes ahora.

Es muy fácil pensar: ¿por qué coño le dediqué tanto tiempo y amor al gilipollas de mi ex? Porque en ese momento querías hacerlo, porque te sentías bien, porque te salió así. Qué más da realmente, hiciste bien, repartiste amor, tú no hiciste nada malo, simplemente perdónate y ama tus otras versiones de ti.

Pero no perdones a tu ex, a ese que le jodan.

 

  1. Tu trabajo no eres tú

La próxima vez que digas en qué trabajas, no lo hagas así: “soy diseñadora gráfica” porque no eres eso, eres mucho más, no eres una profesión. Puedes cambiarlo a “Soy una diva y trabajo de diseñadora gráfica” ¿ves que suena mucho mejor?

Estoy cansada de que nos asociemos a nuestro trabajo hasta que forma parte intrínseca de nuestra identidad, cuando por mucho que lo adornen los capitalistas y jefes, trabajas para ganar dinero. Fin. De verdad. Te puede encantar y aún así lo haces para ese fin y no me cuentes otra milonga Puri porque no me lo creo.

Si no tuviéramos que trabajar no lo haríamos asique next thing.

 

  1. Pide ayuda

Más a menudo, para cosas que tú consideres pequeñas también, porque un buen amigo me enseño que si a ti te afecta importa, sea lo que sea, o para algún problema que te atormenta. Eso es amor propio. Pide mimos, cuidados, respeto, comunicación efectiva, pide ayuda en tareas que te cuestan, pide espacio, dinero si te ves apurada, pide un hombro donde llorar, pide una salida para despejarte, un helado compartido, una tarde a solas porque sientes que te va a venir bien.

Pedimos menos ayuda de la que necesitamos, asique vamos a ayudar más y a dejarnos ser ayudados.

 

  1. Insulta (no te lo esperabas ¿eh?)

Este no te lo va a decir nadie, ni es políticamente correcto ni es un ejercicio de algún libro de autoayuda de mierda, es algo que a mí me funciona.

Por supuesto no te digo que se lo digas a la cara, creo que hay mejores formas de comunicación que decirle a alguien que es gilipollas (aunque de vez en cuando sienta bien). Me refiero a que si alguien de tu pasado, presente o futuro te trata mal, escribe en una hoja de papel lo imbécil que es, cómo te hizo sentir con lo que te dijo, cómo lo has tenido que superar con terapia que pagaste de tu bolsillo y sueltas ahí toda la morralla chunga que se acumula estancada. Y luego quema ese papel, pero sácalo de tu corazón y escribe.

También sirve con sentimientos de tristeza, nostalgia, autoestima, con sucesos traumáticos etc, pero te aseguro que insultando funciona que te cagas. Pruébalo y si en 24 horas no te ha convencido no te devuelvo dinero porque no me has pagado nada pero me como mis palabras, que eso sí puedo hacerlo.

 

¿Qué lecciones de amor propio contarías a tu yo adolescente que te han ayudado siendo adulta?

Te falta perreo