7 SEÑALES  QUE INDICAN QUE TE ESTÁS CONVIRTIENDO EN UNA SEÑORA ASOCIAL

 

No nacemos señoras (bueno, los recién nacidos son viejóvenes, las cosas como son), pero sí nacemos sociales. Desde bebés buscamos esa complicidad con el otro, comunicarnos, sentirnos parte de un núcleo. 

Pues bien, con la edad no sólo me he convertido en una señora, sino que voy perdiendo ese halo social que antes me caracterizaba. Me di cuenta el otro día al escuchar a unos chicuelos vecinos míos decir que el Madrid es lo más porque se folla a cualquier equipo. 10 años tienen. Patidifusa me quedé.

Mi cerebro repetía en bucle la retahíla de que los niños de ahora hablan fatal y que ojalá mi retoño no hablase así a esa edad y eso derivó en recopilar otros hechos que me provocaban el rechazo social. Ojo, no es que cancele planes por la pereza de salir -que a veces, también-, sino que es cierta gente la que intensifica mis instintos menos sociables.

Estoy entrando en un modo Scrooge un poco preocupante.

Y aquí vengo, como si versionase Cuento de Navidad, a avisaros de que esto TAMBIÉN PUEDE PASAROS A VOSOTRAS.

Agarrad el bolso a la altura del pecho con fuerza, porque os traigo siete indicios inequívocos de que vais por el mismo camino.

 

Eludir conversaciones de ascensor con los vecinos

Se empieza por lo básico. Ya ni del tiempo me apetece hablar. Forzar la cosas no suele salir bien. Pero hay gente que busca insistente esa conexión de mirada para entablar conversación. Eh, no te molestes. Los silencios no me son incómodos. Una sonrisita a modo de saludo y a volver a mis pensamientos.

Exasperarte si te interrumpen cuando estás a tus cosas

Leyendo un libro o haciendo crucigramas, me da igual el ejemplo. Tengo un ratito de placer y ocio que me cuesta mucho sacar y me estás viendo a mi rollo. Me estás viendo. No sé en qué momento te he dado a entender que estoy vagueando y puedes interrumpirme repetidamente. A no ser que sea algo de vida o muerte, déjame esos minutos en paz. He leído el mismo párrafo cuatro veces y no me he enterado de nada. Gracias.

 

Odiar a la gente que no usa auriculares

A ver si les entra en la cabeza que no tengo por qué conocer sus gustos musicales, y menos fastidiarme los tímpanos porque con su música no escucho la mía y tengo que subir el volumen. Y la moda ya no sólo se limita al ámbito musical. Iba en el autobús y el chico que se sentó a mi lado, se puso a ver The Boys en Amazon Prime a todo volumen. ¿No tienes Prime? Pues cómprate unos cascos, que te los traen enseguida.

Luchar cuerpo a cuerpo con grupos que ocupan la acera

Y tú vas de frente, sola. Se masca la tensión. Alguien tiene que caer al foso de los leones, y ves que vais acercándoos al mismo nivel y no hacen ni el amago de apartarse. ¿En serio? ¿Tanto cuesta que uno se ponga detrás? ¿Tengo que decidir en milésimas de segundos si muero aplastada o atropellada para que podáis continuar vuestra conversación sin interrupciones? Un buen golpe de remo a esta gente, por favor.

 

Aborrecer a la gente que lleva mascarilla y se la quita para estornudar

Es una cosa que no entiendo. Y no hablo de que pase al llevar mascarilla en espacios abiertos -aunque igualmente no lo comprendo-, lo he visto tanto en la calle como en transporte público. Gente que se baja la mascarilla al estornudar (y sin poner la mano delante) para esparcir sus babas. ¿PERDONA? ¿Me explicas por qué te la quitas justo en el momento que menos sentido tiene? Que ya sabemos que la saliva en la mascarilla huele raro, pero es que para eso se inventó, para mantener tus babas cerquita de ti. 

 

Gritar internamente a la gente que va pisando huevos

Me refiero a gente capacitada para andar a un ritmo normal pero que, por empane mental, van a paso de tortuga. Y si encima voy con prisa, me da más rabia aún. Y soy educada y no voy a dar codazos, pero a veces ni con un «disculpe» se apartan, porque van empanadas y no se enteran. Y justo pasa en las aceras de tamaño reducido o en las que hay barreras tipo “quién ha puesto un árbol ahí”. ¿No hay una señal de prioridad en paso estrecho para transeúntes? Y no hablemos de la gente que se para en el medio para ver el móvil… Yo les retiraría el carnet de peatones.

Encararse con desconocidos que tienen que ver a tu bebé sí o sí

Esto ni con la pandemia ha cambiado. Nada. Tienen la imperiosa necesidad de meter literalmente la nariz bajo la capota del carrito para ver al bebé. Igual no es un bebé y es un alien, y claro, se sienten en la obligación de comprobarlo. Una vez flipé a niveles extremos cuando se me acercó una señora por detrás que intentó parar el carrito con un «¿A ver?». SEÑORA, QUE NO LA CONOZCO DE NADA. Mi bebé no tiene por qué asustarse al ver una cara extraña invadiendo su espacio. Y yo tampoco.

 

No puedo deciros si esto va a más con la edad, pero de momento, las ganas de hacerme eremita en una montaña aumentan exponencialmente ante estas situaciones. 

¿Habéis empezado ya a notar los primeros síntomas de ser una señora asocial? ¿Qué otras situaciones os dan rabia infinita?

 

Carla Jano