Habrás oído mil veces que cuando encuentras el amor verdadero es mágico y todo parece encajar a la perfección, pero quizás lo que no te habías planteado es que el más verdadero de todos fuera el amor propio.

Parece una tontería, pero es que el quererse de verdad a una misma no es algo que pasa cuando cierras la contraportada del último best seller de autoayuda. Es algo que lleva tiempo, y cierto cortejo. De repente te has mirado bien y resulta que te gusta la curva de tus muslos. Otro día reparas en tu asertividad y sacas pecho-palomo orgullosa de ti misma. Y poco a poco, sin darte cuenta, te empiezas a enamorar y a querer un poquito más.

Hay algunas señales que delatan que has empezado a quererte aunque no sientas mariposas en el estómago cada vez que veas tu reflejo y puede que te suenen todas:

 

  1. Has hecho las paces con tu cuerpo.

¿Cual era tu zona prohibida en la adolescencia? En mi caso principalmente las patorras. No había manera de ponerme unos shorts o una minifalda, así que me pasaba los veranos asada de calor de cintura para abajo, muy clever! Menos mal que de todo se aprende y la adolescencia con sus inseguridades se pasa (en gran medida) y la felicidad llegó a mi vida en forma de vaqueros cortos a 30ºC y sin estar pendiente de quien podría estar mirando mi muslamen y sentir vergüenza alguna.

 

2. Y con el cuerpo de los demás.

Gracias Virgencita a que dejó de obsesionarte si Fulanita luce mejor el escote o Menganita tiene unos abdominales que así no te extraña que no haga más que lucir ombligo. Cada cuerpo es un mundo, pero el tuyo es en el que tú habitas y te acompañará siempre y por eso mismo hay que quererlo, como un hogar y no solo al que vuelves por Navidad. Tu mondongui barriguero va a ser el mismo le pongas una licra choricera, una camiseta super loose o un top; siempre va a ser maravilloso. ¿Qué hay gente que se ofende por ver una tripa al aire que no valga para fregar la ropa? Idiotas ha habido siempre, así que lo importante es que no pases calor como una tonta porque una persona con media neurona se moleste de ver que haces lo que te sale del potorro sin la barbaridad de complejos que ella tiene, y recuerda que la moda es para todo el mundo.

 

3. El único aprobado que te importa es el tuyo propio.

Que de un empujoncito a la autoestima que un señor (que no un mamarracho) te diga «Ojos negros tienes» es un hecho, pero el mejor de todos es que una ya salga con esa autoestima de espalda recta y barbilla alta por si misma. ¿Y qué pasa cuando toca tomar decisiones?¿has decidido abandonar la carrera porque no te ves currando de esto y feliz al mismo tiempo?¿has plantado un trabajo fijo para montar tu propia empresa o irte a viajar y vivir en una caravana? Si eres capaz de plantarte firme en tu decisión sin que la mirada inquisitiva de tus parientes te dobleguen a seguir en tu rutina, si tiras pa’ lante con todo porque aunque escuchas todos los peros tienes muy claro que es lo que quieres, entonces amiga mía, eso es amor del bueno lo que tú te tienes

 

4. Se acabó el auto castigo.

Una puede ser de mano dura y perfeccionista, pero fustigarse no hizo a nadie mejor persona aunque si más deprimido. Si has metido la pata bueno es que lo reconozcas. Saber dónde están tus fallos o qué es lo que no haces muy bien es un paso para la mejoría, pero sacar el látigo para azotarse hasta la lágrima solo lleva al hundimiento.

 

5. No te vale cualquiera.

Todas hemos tenido épocas de bajar el listón (porque la autoestima ya estaba a la baja también) y hasta si me apuras lo hemos llegado a poner en el metro. Cuando te vale cualquier señor para intercambio de fluidos como de emociones algo está mal. No se trata de que para echar un polvo necesites hacer una criba en la que todos sus gustos e intereses encajen perfectamente con los tuyos, pero fornicar con un ser que ni valores tiene es demasiado.

Llega un día en que, como tu lo puedes disfrutar en cada momento, te das cuenta de que tu tiempo y tu compañía son maravillosos, y por eso mismo decides no dársela a cualquiera.

 

6. Porque cuando quieres a alguien le cuidas, ahora te toca a ti.

Y es que, ¿no es esa una de las muestras de amor más clara? Si cuando tienes gripe tu madre te hace un caldito, cuando tu amiga está triste tú le haces compañía, si tienes una mascota y dedicas tu tiempo a mantenerla sana y feliz, ¿por qué no ibas a hacer esto contigo misma?

 

7. No más celitos.

Si has llegado al punto de que eres capaz de alegrarte, de corazón, de verdad verdadera de la buena, sin quedarte ñiñi ñiñi, por los triunfos ajenos; has dado otro paso en el camino de quererte. Es que cuando una no se quiere, cuando una no se acepta, no se pone en el camino de alcanzar metas porque si me apuras hasta ni las tiene y así es fácil que le salten las envidias.

 

8.Por fin «quererse a una misma» cobra sentido y hasta te lo crees cuando lo dices.

Te has echado tus añitos preguntándote qué es eso de quererse a una misma y aunque leíste mucha autoayuda no te salía. Será por insistencia, pero al final lo has conseguido y has pasado de ser un zorrón contigo misma a ser pura dulzura y ahora cuando te preguntan si tú te quieres respondes con un sí bien grande sin una poker face en tu interior.

 

 

Estas señales para mí son bastante claras, y tú, ¿en qué actos y pensamientos ves que te quieres?