A mí, que entendí que primero tenía que conocerme para quererme y poder hacerlo con los demás.
Que llegó un momento en que decidí quedarme solo con lo que suma, que las restas ya vienen solas.

A mí, que aprendí que mi vida es solo mía.
Que empecé a contar mi propio cuento, conmigo como única escritora. Que en él yo soy la Reina. Humana. Mitad princesa, mitad villana.

A mí, que comprendí que el espejo no refleja quien soy.
Que en él todo es banal y no se aprecian las virtudes que me cimientan, ni los defectos que me destruyen.
Que ni las primeras son invisibles, ni los segundos tan relevantes y ambos van mucho más allá de lo palpable.
Que mi reflejo puede devolverme una sonrisa y no sentirla, y puede retornarme puro odio y no merecerlo.

A mí, que empecé a identificar todos mis malos sentimientos. Tan indispensables como los buenos.
Que no tengo la necesidad de fingir querer mucho a todo el mundo y decidí contar con los dedos de una mano las personas que son mi norte y mi soporte.
Que siempre antepongo la calidad a la cantidad.
Que no trato de cumplir tus expectativas porque tú tampoco tienes que cumplir las mías.

chica corazon

A mí, que soy de labios rojos en noches de sábado y de moño enredado en tardes de domingo. De noches de bailes sin fin y de noches de sofá y manta. De días en que estoy feliz y con ganas de charla, y de días que no me soporto y no quiero hablar con nadie.

A mí, que soy la verborrea en persona pero sigo descubriendo que hay quien me deja sin palabras.
Que a veces sobran, y cuando sobran es que algo va bien. Va muy bien.
Porque pocas cosas hay tan bonitas como que alguien de deje muda de la emoción.

A mí, que soy 70% pragmatismo, 25% vehemencia y el 5% restante lo dejamos a elección del viento que sople cada día. Tirana e indulgente. Suspicaz e impaciente. Mis cualidades, todas, buenas y no tanto, me sustentan y me definen.

A mi, que me quiero y me protejo. Prometo serme fiel, amarme y respetarme. Pase lo que pase. Todos los días de mi vida.

Marta Freire