Mi prima, mi hermana y yo tenemos edades similares y, como nuestros padres se llevan muy bien y vivimos cerca, prácticamente nos hemos criado juntas. Ellas, de hecho, salen en el mismo grupo de amigas. Ha habido roces, como en cualquier familia, pero siempre nos hemos sobrepuesto y la relación ha perdurado en un estado óptimo.

Criarnos juntas y en circunstancias similares tiene doble efecto: la unión, pero también las comparaciones continuas. Y estas últimas están deteriorando una relación sin que seamos capaces de anticipar hasta qué punto.

Gente con suerte

Hay personas a las que se les atribuye suerte en la vida. Que luego te pones a rebuscar y encuentras que tampoco es tanta, pero a mi prima siempre se le ha supuesto tener la famosa flor en el culo.

Aparentemente, ella nunca ha tenido que esforzarse demasiado. Desde los veintipocos está haciendo trabajos temporales de unas cuantas horas a la semana y viviendo en casa de su madre, que la proveía con lo necesario para sobrevivir. Estudió una carrera a distancia durante años y arregló la casa vacía de un tía abuela suya, que también vivía en el pueblo. Hasta que el nuevo marido de su madre, adinerado, le dio el dinero para que se pusiera en paz con los otros herederos.

Mi hermana, en cambio, ha encadenado trabajos a tiempo completo desde que terminó su ciclo formativo, en supermercados, tiendas y establecimientos por el estilo. Se fue a vivir con su novio, se metieron en una hipoteca, tuvieron un hijo y ahora constata mes a mes lo duro que es llegar. Desde su percepción, en comparación con ella, mi prima ha tenido mucha suerte.

¿Manipuladora?

A mi hermana no le molesta la suerte de mi prima, sino que, según ella, toda su vida ha manipulado a las personas de su alrededor para conseguir lo que quiere. Empezando por mi tía y acabando por su último novio.

Su última relación de pareja ha durado casi una década. El chico en cuestión también se convirtió en un miembro más del grupo de amigos de mi hermana. Él estuvo conviviendo con mi prima, su pareja, y ayudó a reformar la casa. Al fin y al cabo, él también estaba viviendo en ella. Pero su ayuda resultó imprescindible, porque él sí que tenía trabajo estable con buen salario. Mi prima, en cambio, solo ha acumulado trabajos precarios y sin declarar de unas cuantas horas a la semana.

Pero hace unos meses la relación terminó y, a las pocas semanas, mi prima ya estaba con otro. La versión de mi hermana (mi prima nunca lo ha confesado abiertamente y a las claras) es que ha solapado ambas relaciones y que, en realidad, hacía ya mucho que ella no estaba enamorada de su novio. Solo lo mantenía a su lado para aprovecharse de él, lo que a ella le causa mucho malestar por el cariño que le tiene al chico.

“Pues yo no me alegro”

Hago acopio de datos la vida de mi prima: estudios, trabajos de pocas horas, casa estupenda en la que apenas ha invertido y novio nuevo. Y mi hermana: una casa con hipoteca, trabajo con horarios duros, marido y bebé.

Hace unas semanas, a mi prima la llamaron de una pequeña empresa local porque necesitaban cubrir el puesto de alguien con sus estudios. Ella no tiene experiencia, pero le ofrecen buen salario en horario de mañana. No tuvo ni que echar el currículum, solo se acordó de ella uno de los trabajadores de la empresa, que la conoce.

Ahí fue cuando mi hermana estalló: que qué suerte, que sin experiencia, que qué fácil lo ha tenido siempre todo, que ha ido consiguiendo metas a costa de los demás, que se aprovecha de la gente y no sé qué más. Cuando le dije que yo me alegraba por ella, fue contundente: “¡Pues yo no me alegro!”.

¿Familia o principios?

A medida que vamos sabiendo más sobre las circunstancias de su ruptura, está claro que mi prima no se portó bien con su novio. Y es cierto que ella tiene detrás un historial de relaciones que validan la visión de manipuladora que mi hermana tiene de ella. Recuerdo una ocasión en la que uno de sus novios vino a contarme que ella lo había dejado por, presuntamente, haber caído en la rutina. Lo que pasaba en realidad (según la versión del chico), era que él le había pedido que bajaran un poco su tren de vida, que no se podía permitir tanta salidas y viajes cuando ella, por entonces, ni siquiera estaba trabajando.

Yo intento sosegar a mi hermana y le recuerdo continuamente lo que mi prima representa en nuestras vidas. Porque sí, puede que haya hechos que indiquen que es un poco pájara, pero, siendo de mi familia, lo veo más como astucia e inteligencia que otra cosa. Si ha conseguido lo que ha querido sin esfuerzo aparente es porque ha jugado bien sus cartas, ¿no?

Procedo así por actuar como mediadora, pero cada vez soy más consciente de que tengo una doble vara de medir: por un lado, mi familia; por el otro, el resto del mundo. Lo mismo que critico en personas del entorno, lo justifico cuando se trata de mi gente. No creo que eso difumine mis valores, es que, en mi caso, los familiares están por encima de los demás. Mi hermana parece no pensar lo mismo o, simplemente, siente envidia.

Anonimo

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