A mi amiga Rosario la dejo su novio en un momento horrible de su vida. A su madre le habían diagnosticado una enfermedad bastante grave y en su empresa había rumores de próximos recortes de personal, siendo ella la última en entrar y la única sin contrato fijo. Como es normal, se vio en plena espiral descendiente, en caída libre y yo quise ayudarla en lo que pude.
El piso en el que vivía con su novio era de la familia de él, así que le propuse venirse un tiempo a mi casa, mientras no encontraba algo mejor y se encontraba con fuerzas de vivir sola. Me lo agradeció mucho, pues además estaba asustada por ese posible despido inminente y no quería verse con un contrato de alquiler. Como realmente a mí no me suponía un gasto extra su estancia allí, no le cobré nada por esos meses. Ella hacía bastantes compras para casa y sí pagaba la mitad de las facturas y con eso era más que suficiente para mí y así ella podía ahorrar algo por si acaso.
Cuando encontró piso me pidió consejo y yo la acompañé a todas las inmobiliarias que quiso. Las primeras semanas en su nueva casa fueron bastante bien, pero su madre empeoró y me pidió que me quedase algunas noches a dormir con ella para no estar sola. Tenía miedo de que pasase algo y se encontrase sola. Toda su vida había vivido acompañada (por su familia, por compañeras de carrera, por su novio), nunca se había planteado vivir sola y en ese momento de su vida no era lo mejor. Yo le recordé que podía quedarse en mi casa el tiempo que quisiera, pero ella dijo que, salvo momentos puntuales, quería intentar llevar una vida lo más normal posible.
Cada noche me llamaba un rato antes de acostarse para hablar y no sentirse sola. Cuando su madre tenía alguna cita médica importante yo la sabía con antelación, así que estaba pendiente de su llamada o la llamaba yo si veía que tardaba mucho porque se estaba deprimiendo de nuevo.
El caso es que pasamos así casi un año. Su madre mejoró mucho y ella se relajó bastante con su vida.
Una compañera de trabajo la invitó a una fiesta en su casa hace un par de meses y allí conoció a un chico que le gustó mucho. Se dieron los teléfonos y pronto empezaron a quedar. Mi móvil ardía con todas las capturas de pantalla de sus conversaciones, con sus fotos de quedadas… Entonces un día la llamé, como cada noche, para preguntarle qué tal el día y su tono era extraño. Me habló como dándome largas y me colgó enseguida. Supuse que estaría ocupada y no le di mayor importancia.
A los pocos días me pidió que la ayudase a mover unos muebles en su casa y me contó que aquella aventura se estaba formalizando y que creía que era el adecuado. Me lo presentó esa noche y nos quedamos en su casa los tres hasta tarde. Él insinuó que se quedaría a dormir y yo me fui a mi casa, aunque era ya madrugada, para dejarles intimidad.
Ella se disculpó al día siguiente, yo había acudido siempre a todas sus llamadas y ella me había hecho irme sola en plena noche por un chico, pero estaba tan deseosa de pasar la noche con él que no supo reaccionar. Le dije que no tenía de qué disculparse. Ella me contó que a él le extrañaba mucho nuestra relación, tan cercana y con tanto contacto. Pero no me dijo mucho más.
Unos días después la llamé para contarle algo que me había pasado y me contestó muy mal, como que por qué le molestaba así, que tenía más cosas en la vida… Yo me quedé en shock y no supe qué decir. Colgué y lloré todo el día porque no me esperaba un corte así. Era la primera vez que la llamaba yo pidiendo ayuda.
Al día siguiente me envió un mensaje diciendo que la relación que teníamos no era sana, que le daba no sé qué tenerme al teléfono todo el día, que parecía que no podía vivir sin ella y que había empezado a pensar que quería algo más.
No supe reaccionar. La bloqueé de todas partes, en el teléfono, redes sociales… Un día me los crucé por la calle (a Rosario y a su nuevo novio), ella me miró con altivez por encima del hombro al pasar y, cuando su novio ya no miraba, se giró e hizo un gesto de disculpa. Por lo que me dijo una amiga en común, le daba vergüenza admitir que había recurrido a mí hasta ese extremo y le había dicho que yo la acosaba, que me lo admitía por pena, pero que no sabía cómo cortar conmigo. Aquel mensaje le ayudó él a redactarlo con la información que ella le había dado.
Ojalá le vaya bonito, pero si no es así, que se busque a otra a quien llorarle.