Llevo un mesecito interesante en cuanto a recomendaciones de almas caritativas: que si 3 o 4 centímetros de tacón me quitarían visualmente unos kilos, que si las rayas horizontales y las gordas nos llevamos mal, que si los colores oscuros adelgazan… Menos mal que una es cabezota por naturaleza y todos esos consejos me entran por un oído y me salen por otro. Para animaros a hacer lo mismo, y dado que ya nos bombardean con anuncios sobre el buen tiempo, yo os pido que os levantéis todas conmigo y gritemos bien alto: «Fuck you operación bikini!»

Y es que señores, yo me cago en la operación bikini. Primero, porque parece que la playa no acepta curvas, estrías o celulitis (cuando todas de por sí ya somos sirenas) ¿Ponernos bañador o bikini? ¡No necesitamos nada para ello! Bueno sí, tener un cuerpo y un bañador o un bikini. Yo no me pienso privar de ir a la playa con mi querido o jugar en la arena con mi peque porque alguien opine que mi cuerpo no cumple los estándares adecuados para poder estar en las maravillosas playas de nuestro querido globo terráqueo.

Por otro lado, me río de la famosa operación. Porque una tiene experiencia en hacer dieta y aplicarse ungüentos mágicos que prometen la reducción de imperfecciones. Y por ello sé que, estando casi en junio, ni un milagro de Lourdes hará que cuidando tu alimentación ahora te conviertas en Pamela Anderson y puedas correr con cuerpo escultural por la arena. Señoras, comer bien es cosa de hábitos y, que tenga resultados, de esfuerzo constante.

Además, ¿qué tipo de imagen de ti misma tienes en la playa? Porque seamos sinceros, con kilos de más o el cuerpo de una súper modelo de Victoria Secret, pocas pondrían una foto de ellas en la playa como destacado en Facebook. A ver, que yo a la playa bajo sin maquillar, sin peinar (y peor aún al salir del agua), con el bolso lleno de juguetes para la playa, las toallas a cuestas y mil cosas más. Las chicas que salen en los anuncios de cremas solares daikiri en mano y con la revista no me representan.

Y es que yo lo haría todo al revés… el verano es tiempo de recoger lo sembrado. Si por mi fuera, la operación bikini consistiría en cuidarse durante el invierno para disfrutar del terraceo estival sin remordimientos. Que si algo sabemos hacer los españoles es aprovechar las horas de sol, disfrutar de la jornada continua (quien la tiene) y no entrar en casa hasta que se hace de noche. ¿Me voy a perder yo eso? Pues no cuenten conmigo.

Hasta que lo compruebe por mí misma, creo que vida solo hay una; y no merece la pena quedarnos en casa por el qué dirán. Si esa frase no os convence, apliquemos el «dientes, dientes, que es lo que les jode» de la Pantoja. Que nadie os impida disfrutar del agua, tumbaros en la arena o jugar con vuestros hijos. Ellos, por ejemplo, no recordarán si tenías estrías o celulitis; sino si te quedabas bajo la sombrilla tapada con el pareo o si pasaron horas y horas jugando a tu lado. Tus amigas, las de verdad, no juzgarán tu bañador, sino que disfrutarán de tu compañía (no sabes a cuántas amigas «delgadas» puede inspirar tu actitud si te comes el mundo en bañador) Todas tenemos nuestros complejos pero superarlos nos hace más grandes (aún) Olvídate de la «operación bikini» y comienza la «operación vida», que esa es la única que importa.