Ahora es mi marido, pero durante 6 años solo nos conocimos online

 

Sí, nosotros también nos encontramos en un chat del IRC.

Al principio solo interactuábamos en un par de chats en los que coincidimos. Pero no tardamos mucho en empezar a hablar por privado. Teníamos mucho en común, además de esos grupos, un montón de gustos y aficiones. Era muy fácil hablar con él. Estaba siempre ahí para mí. Para charlar de esos temas que nos unieron, pero también de lo que nos preocupaba, de cómo nos iba. Nos hicimos amigos. En algún momento, me di cuenta de que él era mi mejor amigo.

Y, poco más tarde, terminé dándome cuenta de que era bastante más que mi mejor amigo. Me había enamorado de él sin haber llegado siquiera a ver su cara. Estaba enamorada hasta las trancas de un chico al que no había visto jamás, que no sabía si me correspondía y que vivía a miles de kilómetros. Menuda puntería la mía.

Ahora es mi marido, pero durante 6 años solo nos conocimos online
Foto de Ekaterina Bolovtsov en Pelxels

Lo pienso y me siento estúpida, porque lo cierto es que me demoré más de dos años en confesarle que le tenía en mi corazón y en mis pensamientos las 24 horas del día. Aunque lo mismo podemos decir de él, que estaba igual que yo y no me lo dijo hasta dos segundos después de que lo hubiera hecho yo. ¡Dos años malgastados! Qué tragedia… cuánto tiempo perdido porque, aun después de habernos hecho partícipes de lo que sentíamos el uno por el otro, lo de avanzar en lo nuestro fue como las cosas de palacio: muuuuuuy despacio.

Y es que ese chico del IRC ahora es mi marido, pero durante 6 años solo nos conocimos online.

 

Ahora es mi marido, pero durante 6 años solo nos conocimos online

 

Durante todo ese tiempo estuvimos juntos sin estarlo, en la distancia. Juntos a través de nuestras pantallas y teclados. Primero con nuestros enormes ordenadores, que luego fueron portátiles, tablets e incluso móviles. La tecnología estaba de nuestro lado, pero la gente no lo entendía. Nuestro entorno no comprendía que hubiéramos alargado tanto una ciber-relación. Resulta raro ver a alguien hablar de su pareja constantemente cuando nunca le has visto con esa persona. Más cuando sabes que ella tampoco le ha visto, en realidad.

Supongo que es difícil aceptar que alguien pueda estar enamorado de alguien al que no ha visto nunca en persona, que no ha tocado nunca. Al que jamás ha besado ni acariciado. Pues, bueno… se puede. Se puede perfectamente. Pero es jodido, la verdad. Sobre todo, cuando tu situación económica, familiar y, en general, tus circunstancias, no te permiten ni siquiera ese viaje con el que poder hacer realidad el encuentro en mismo tiempo y espacio.

Ahora es mi marido, pero durante 6 años solo nos conocimos online
Foto de Alex Green en Pexels

Y llego la crisis. Me pudo todo: La presión de mi gente, la añoranza y la frustración fueron más fuertes. Así que le llamé y le dije que ya no podía más. No es una conversación que quieras mantener por FaceTime. Discutimos, lloramos… un drama de primer nivel.

Yo aún lloraba por las esquinas cuando llamaron al timbre, cuatro días después de romper y haber escuchado su voz por última vez. Casi me desmayo cuando mi cerebro me convenció de que lo que veían mis ojos era real. Y que aquel chico que se parecía a mi chico, era él de verdad. En carne y hueso, en tres dimensiones. Temblando. Con una sonrisa tensa en la cara, los ojos brillantes y una maleta minúscula en la mano.

Ahora es mi marido, pero durante 6 años solo nos conocimos online

 

Fue rarísimo constatar que su tono era ligeramente diferente sin la distorsión de un altavoz. Sin embargo, aquel primer día hablamos tanto, que no tardé en actualizar mi registro mental. Como tampoco tardé en fijar su aroma, el tacto de su piel… Por fin tenía la imagen y percepción completas.

No hará falta decir que la ruptura se quedó en un impasse de unos días. Él se quedó conmigo 48 horas que pasaron volando, pero volvió a su casa el tiempo justo para solucionar papeleo y regresar a España de forma definitiva. Nos casamos 6 meses más tarde y ya nunca nos volvimos a separar.

 

Mariola

 

Envíanos tu historia a [email protected]

 

Imagen destacada