No se puede luchar contra el amor.

No elegimos cuándo ni cómo ni dónde ni con quién.

De hecho, a veces nos sorprende tanto en el momento, forma, lugar y persona, que nos negamos a aceptar lo que estamos sintiendo.

Nos enamoramos.

Pero el desamor también nos puede pillar desprevenidos.

Nos levantamos un día y no sabemos qué es lo que ha pasado, cómo ha ocurrido y dónde nos hemos dejado todos aquellos dulces y bonitos sentimientos si ahora todo es amargo y oscuro.

Ojalá pudiéramos ver las cosas venir y ahorrarnos sufrimientos, pero, aunque eso no sea del todo posible, normalmente sí contaremos con alguna señal que nos dé la voz de alarma.

Si creéis que lo vuestro no va bien, os recomiendo la lectura de este interesante artículo publicado en ‘Mejor con salud’ (pinchad aquí) en el que tratan las razones más frecuentes de desenamoramiento y que vamos a ver a continuación.


Foto de cottonbro en Pexels

Y es que si algo de esto está pasando, quizá te estás desenamorando:

 

  • YA NO HAY RESPETO. El día que las faltas de respeto entran por la puerta, el amor sale por una ventana. Esto es así. Puede quedar conformismo, miedo, dependencia… Pueden quedar muchas cosas llenando los huecos tras una salida que tal vez sea lenta y gradual, pero cuando los insultos, menosprecios o humillaciones hacen acto de presencia, no queda espacio para el amor y este se escapa como arena entre los dedos.

 

  • YA NO HAY CONFIANZA. Los celos y la desconfianza, fuera de un hecho o momento puntual (y a veces aun así, ojo), terminan por destrozar las relaciones. La falta de confianza en nuestra pareja agota, y sentirse permanentemente cuestionado, también. De modo que, más tarde o más temprano, el desamor acaba por llegar.

 

  • YA NO HAY UN PROYECTO COMÚN. No hace falta que sea nada especialmente ambicioso, pero si la pareja pierde esa meta, pierde de alguna manera uno de sus principales fundamentos. Es una herida grave en cualquier caso, pero será fatal si lo que sucede es que uno de los dos ha dejado de querer algo que antes era un objetivo común.

  • YA NO HAY ESMERO. Es normal que dejemos de ser tan detallistas y románticos como lo éramos en los inicios de la relación. Sin embargo, una cosa es dejar de celebrar los ‘cumplemeses’ y otra muy diferente ser dejados al punto de descuidar la relación. El desgaste producido por los años, o los daños, supondrá el final si no le damos el mantenimiento y las reparaciones necesarias.

 

  • YA NO HAY CARIÑO. Si ya no solo no tenemos ni buscamos momentos de intimidad y sexo, sino que además no recordamos cuándo nos dimos un beso de verdad, una caricia, compartimos una mirada cómplice, un abrazo reconfortante o un buen rato de risas, algo no va bien y quizá debamos preguntarnos seriamente si el amor sigue ahí.

 

El desamor no es agradable, duele y es duro aceptarlo. Pero, si llega, no nos queda más remedio que asumirlo, tomarnos un tiempo para superarlo y recordar que no somos la mitad de nada, somos seres completos y maravillosos que podemos con todo.

 

Imagen destacada de cottonbro en Pexels