Llevo casi toda mi vida muy unida a mis amigas. Somos un grupo de cinco chicas de más o menos la misma edad. En la adolescencia, Sonia y María salían de marcha siempre juntas y en una de esas noches locas nos encontramos bailando en un local de moda donde yo iba a bailar siempre con las otras dos. A María la conocía porque teníamos bastantes amigos en común y ya habíamos hablado y compartido algunas risas. Desde esa noche (en que no pasó nada especialmente particular) salimos siempre juntas, los últimos años de instituto me cambié para coincidir con ellas y pasar más tiempo juntas. Sonia y yo nos hicimos íntimas, nos lo contábamos todo y pronto empezó a quejarse de María. Eran amigas desde muy niñas y María siempre se apuntaba a todos los planes de Sonia, aparecía en su casa y le parecía fatal el exceso de confianza que se tomaba a la hora de hablar de su familia o de opinar sobre su vida o su forma de hacer las cosas. Además decía pasar mucha vergüenza cuando María se ponía a ligar ya que, según ella, le valía cualquier chico que le hiciera un poco de caso y se “denigraba” por un poco de atención masculina. Siempre se quejaba de que su voz era estridente, su madre una metomentodo, pero por encima de todo de que era una envidiosa. 

Pasaron los años y Sonia se fue a vivir a otra ciudad un tiempo. Yo seguí mi relación (ya más esporádica por eso de la edad adulta, las responsabilidades y todo eso) con todas, pero ella sólo mantenía de forma estrecha su relación conmigo. Tuvo muy mala suerte en la vida y necesitó de mucho apoyo para salir de varias situaciones complicadas en las que solamente contó con mi ayuda y, tras hablarles a las demás y explicarles por qué Sonia se había distanciado tanto los últimos años, ellas también tomaron cartas en el asunto y la apoyaron en su regreso a la ciudad y en su recuperación emocional. Mientras ellas se preocupaban de cada bache que le impedía volver a tener una vida normal ella volvía a la carga y aprovechaba cada ocasión para rajar de mala manera de María, de su madre y de la familia que estaba intentando formar. Fue a tal punto que la pareja de una de nuestras amigas le preguntó por qué aceptaba su ayuda si era tan terrible tenerla de amiga. Yo creí que todo se rompería en cualquier momento, alguien metería la pata y María sabría lo que Sonia llevaba toda la vida diciendo de ella. 

Pero entonces pasó algo que hizo que todas exagerasen su implicación en la vida de Sonia, todas estaban pendientes de ella al 100% y llegó un momento en que ella simplemente decía lo que necesitaba y ellas se lo arreglaban (desde presentar papeles para ayudas hasta enviar un cv a empresas, todo se lo facilitaban como si fuera inútil porque “pobrecita”).

Entonces ella empezó a volverse cada vez más egoísta y caprichosa. En varios momentos necesité llamarle la atención porque, acostumbrada a que todas hiciéramos lo que ella quería, fallaba en quedadas, cambiaba de planes a última hora y, sobre todo a mi, nos dejaba tiradas sin previo aviso. Un día me ofendí y se lo dije, entonces se enfadó y  empezó a revelar cosas que yo había contado en confidencia, a dejarme a mi de caprichosa y a decir que siempre había estado mal, loca. No esperaba esto pero las demás creyeron lo que ella contaba. Decían que no querían posicionarse pero ella las necesitaba y yo era más fuerte. Yo no soy vengativa y aun así me muero de rabia al ver que ahora María intenta defenderla y quitar hierro a todo lo que ella hace para que yo “ponga de mi parte” para solucionarlo. He visto de lo que es capaz, la he pillado en tantas mentiras en los últimos meses que me siento totalmente defraudada. 

Hace unas semanas quedamos todas juntas para intentar normalizar la situación. En esa quedada me he enterado de que el silencio del grupo de whatsapp no es porque estén todas ocupadas si no porque tienen otro en que yo no estoy y que, como Sonia seguía sin trabajo, la madre de María la ha contratado para que le ayude en la tienda que tiene y desde entonces es una más de la familia. ¡Hasta tiene una foto de Sonia en el salón de su casa! Si esa señora supiera que su nueva empleada del mes decía de ella que era una manipuladora y a su hija la dejaba de envidiosa e histérica allá donde fuera… 

Lo he hecho mal muchos años no diciendo nada de lo que Sonia me contaba, pero si lo hago ahora parecería que lo hago por venganza… El caso es que yo, que he dejado toda mi energía y mi dinero en ayudarla, me he quedado sola. Y ella me mira con la superioridad de quien sabe que ha ganado.

 

Escrito por Luna Purple inspirado en una historia real