Hace poco, fui consciente de una cuestión: mis textos se malinterpretan fácilmente o llevan a confusión. Si no me has leído antes, me explicaré. Soy una colaboradora que, mayoritariamente, escribo sobre sexualidad y discapacidad/ diversidad funcional. Suelo ser enormemente crítica con la idea de que, por ser una persona en silla de ruedas, automáticamente se me considera asexual.

¿Cuál es el conflicto? El conflicto está en que puedo dar a entender que estoy criticando la asexualidad. ¡Nada más lejos de mi intención, amiga! Tan solo defiendo la idea de que, si no me conoces, si no me has preguntado, si ni siquiera tienes la intención de dedicarme unas cervezas y un rato de charla, al menos no juegues a colocarme una etiqueta que no me define en absoluto.

El colectivo de la diversidad funcional/ discapacidad y el colectivo asexual tenemos nuestros puntos en común y nuestras diferencias, así que voy a lanzarme a exponer mi visión del tema, no sin antes disculparme si cometo algún error hablando de asexualidad, pues me voy a basar en la información que he ido encontrando y no en mi propia experiencia, pues me defino como ser sexual.

El primer punto común es que hay personas con discapacidad/ diversidad funcional asexuales. ¡Obviamente, amiga! Mi colectivo no es una masa homogénea en la que todo el mundo es una copia del vecino. Cada persona somos un mundo totalmente distinto. ¿Decir que hay personas asexuales dentro de mi colectivo contradice lo que defiendo? En absoluto, ya que la discapacidad/ diversidad funcional no tiene por qué ser la causa de ser asexual y porque, aunque fuese el caso, no hay razones para considerarnos ni una cosa ni la otra sin antes conocernos y preguntarnos.

Ahora voy a arriesgarme al máximo y voy a decir la que, considero, es la mayor de nuestras diferencias. Mientras que, a nivel colectivo, la discapacidad/ diversidad funcional necesita reivindicar el reconocimiento de su sexualidad y el respeto de nuestros derechos sexuales y reproductivos, ya que se nos niega de forma reiterada, en el caso del colectivo asexual necesitáis reivindicar respeto en un mundo hipersexualizado que ensalza las virtudes de las relaciones sexuales como si fuesen la solución a todo mal de este mundo y que no os permite vivir tal y como sois sin trataros como bichos raros. Aparentemente, partimos de posiciones y reivindicaciones contrarias.

Y digo “aparentemente” porque, amiga mía, vuelvo a ver un punto en común. En ambos casos, somos colectivos luchando por cambiar una sociedad que no nos acepta tal y como somos. A ti, no se te respeta por no tener relaciones sexuales. A mí, porque se me niega la posibilidad de tenerlas. Al final, somos dos colectivos enfrentados a un mundo que ha creado una sexualidad totalmente excluyente.

Tal y como yo lo veo, querida lectora, tenemos dos opciones: nos enfrentamos entre nosotras y que el mundo gane o nos unimos y creamos una sociedad con sitio para ambas. Porque siento decírtelo así, pero mientras perdemos el tiempo discutiendo en redes sociales y dedicándonos lindezas en los comentarios, todo sigue avanzando en nuestra contra y se nos lleva por delante.

¿Qué me dices, amiga mía? ¿Nos unimos y luchamos juntas o que siga ganando la exclusión?