Me levanto contenta porque por fin, después de darle mil vueltas, hemos decidido, junto a mi pareja, comprar una casa.

 

Me arreglo, como cuando tu madre te llevaba al médico, bien, por dentro y por fuera. Nos vamos al banco, completamente  ajenos a la dosis de realidad que se nos venía encima.

Nos recibe un hombre súper amable que nos mira con una cara que ahora se interpretar, pero en ese momento no.

Decía: – “Pasad, pasar pringados”

Después de un poco de conversación intrascendente nos acaba diciendo que sí, que nos da una hipoteca pero que tenemos que tener ahorrados untrillondemillonesymilesdemilesdeuros. Y, obviamente no lo tenemos.

Salimos  con una sensación de estafa inherente a toda una generación.

Nos dijeron que estudiáramos, lo hicimos. Buscamos un buen trabajo, y eso hemos intentado. Nos casamos, alquilamos una casa y ahora, cuando nos tocaría comprarla no tenemos lo suficiente ahorrado.

  • “Vive de alquiler. No tengas nada en propiedad”, nos recomiendan los mismos amigos que viven  en  áticos ideales con hipoteca al 3% variable.

Siempre tengo la extraña sensación que hago las cosas peor a los demás, pero eso ya pasa de castaño oscuro.

Vale que me he gastado mucho más de lo que me gustaría reconocer en ropa, cenas y viajes. Pero, de verdad ¿puede ser posible que me haya gastado en ropa la mitad de la entrada para una hipoteca?

 

Mensaje de auxilio: Por favor, si me veis algún día entrando en Zara, placadme y recordarme que soy pobre. Porque si sigo así voy a acabar viviendo en mi armario…

Ahora en serio:

Después de mi primer intento- fallido -por convertirme en propietaria de una vivienda, he llegado a estas dos conclusiones:

  1. Puedes pasar toda tu primera juventud ahorrando para poder hipotecarte en un futuro.
  2. Puedes vivir sin pensar en el mañana: viajar, salir a comer fuera, invertir en experiencias y, pasarte toda tu vida pagando un alquiler.

La decisión que tomes ya es cosa tuya, pero, por lo que a mí respeta, me quedo con la segunda:

¡Viviré el presente!

Total, lo único que tengo asegurado es el aquí y el ahora. Y el mañana… ya se verá.