Cómo podría hablaros de él y hacerle justicia, cómo podría describir lo que sentí cuando le conocí, cómo podría contaros tantos sentimientos solamente con palabras.

Le vi y me gustó, me gustó muchísimo y eso que no es para nada mi tipo de chico. Iba vestido de negro, con camiseta ancha, el pelo largo y la raya del ojo. Era un heavy, de esos chungos. Yo soy una chica más bien normal, mis amigas dicen que un poco pija, pero vamos, la idea que os quiero transmitir es que somos el día y la noche.

Nos conocimos haciendo un curso de música, yo pretendo vivir de ello, él es músico, toca el piano y quería probar qué tal se le daba la vaina. No era malo, pero tampoco destacaba, para qué nos vamos a engañar.

El curso duró un mes, pero fue un mes tan intenso que me ahogo. Nos sentábamos juntos en clase, nos hacíamos cosquillas, íbamos en moto a comer por el centro, lo llevé al teatro, a conciertos, a conocer Madrid. Y eso que el madrileño era él.

Me partió el alma un día en el Burger King de Sol, así, bien de cutre. Estábamos los dos hablando sobre la vida, filosofando sobre la existencia y de repente me abraza, con todo su cuerpo de oso gigante. Me abraza y yo me pierdo en sus brazos, en su pecho, en su olor. Hasta que llega la frase, la sentencia, el tiro al corazón:

‘Ay Patri, como te quiero, eres como mi hermana pequeña’

¿¡PERO QUÉ HERMANA PEQUEÑA DE QUÉ?! O sea, real, yo loca no estoy, ni estaba. Ese señor me quería, ahí había sentimientos, teníamos tensión: sexual, emocional, intelectual y vital. Vamos, no me jodas.

Pues el caso es que lo miro con cara de pez y me dice que tiene novia, desde hace 10 años y que viven juntos desde hace 6. Y mira, me parece todo fatal, porque ese señor y yo de hermanos tenemos menos mil.

El caso es que asumí mi rol de amiga, porque lo prefiero en mi vida de amiga que fuera de ella. Así es una, bien de conformista. El caso es que ayer, seis años después, nos vimos (nos vemos habitualmente, tampoco es ningún evento). Pero el caso es que la conversación fue muy… Interesante.

Me dijo que tuvo una crisis hace unos meses, que ha estado fatal, que la vida le ha dado un giro de 360º, que ha tenido una crisis y que lo ha mandado todo a la mierda. Que ha dejado el curro, la casa y a la novia. Que se le está yendo muchísimo la olla, que está fatal y que no se encuentra a sí mismo.

Después de más de cuatro horas paseando por el centro de Madrid, todo lleno de Navidad, escuchándole, hablándole, conociéndole aún más, sintiendo su dolor y su pena, sintiéndole a él; conseguí que sonriera, que volviera a ser él mismo, que volviéramos a ser juntos.

No pasó nada. No nos besamos, ni nos prometimos amor eterno. Pero le sentí, le sentí con libertad. Le sentí roto, partido, deshecho. Y sentí que lo reconstruía, que se apoyaba en mí, que caminaba conmigo y joder, qué sensación tan bonita.

No sé qué pasará, a dónde nos llevará la vida, a dónde llegaremos y si será juntos. Pero joder, le quiero mucho y me hace sentir tan especial que creo que exploto.

No sé por qué, pero soy tan feliz, me hace tan feliz y estoy tan feliz que no sé, necesitaba compartirlo con vosotras, necesito saber si alguna habéis sentido algo parecido, si alguna vez habéis encontrado a alguien que aunque hayan pasado años la cosa sigue igual, el deseo continua, el alma arde, el corazón acecha. Pase lo que pase.

Ay, señor, qué bien tenerte en mi vida.