Basta ya de Diógenes emocional

 

Basta.

Ya es suficiente.

Ya está bien de tener el alma llena de desperdicios infectos que no nos hacen ningún bien ni dejan espacio para nada más.

Tenemos que parar de acumular mierda en nuestras cabezas y en nuestros corazones.

Fácil ¿no?

Sería cuestión de tratar nuestra mente del mismo modo que tratamos nuestra casa, nuestro cuarto o nuestro armario.

Vale que de cuando en cuando se nos acumule el polvo en los estantes, los papeles desordenados sobre el escritorio o la ropa que ya no nos sirve. Eso tiene un pase.

Pero, en condiciones normales, nadie está a gusto viviendo en el caos, el desorden, la suciedad y entre montañas y montañas de basura y demás objetos rotos o inservibles.

Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto deshacernos de la porquería mental que amontonamos y dejamos ahí, lastrándonos?

Ese montón de recuerdos, sensaciones y vivencias negativas que campan a sus anchas, sin orden ni concierto, ensombreciendo todo lo demás.

Limpiamos las manchas de los sofás, pintamos las paredes cuando se desconchan, arreglamos lo que se estropea y tiramos lo que ya no vale.

Sin embargo, tropezamos una y otra vez con cada uno de los traumas que hemos sufrido. Con los recuerdos de lo que nos hizo daño. Con los fantasmas de todas las personas que nos hicieron mal.  

No importa que tan afortunados ni felices seamos en la actualidad, nuestra mente es como una bonita y enorme vivienda deslucida por las humedades, la suciedad, los trastos y la inmundicia que hemos ido depositando con los años, repartidos por doquier.

Y eso no puede ser.

Basta ya de Diógenes emocional.

Toca limpiar, recoger y ordenar nuestra mente.

Pongámonos en plan Mari Kondo espiritual. Montemos unas cuantas cajas, despidámonos de todo aquello que no necesitemos, démosle las gracias por su función, por lo que nos ha enseñado, guardémoslo dentro y mandémoslas a la papelera de reciclaje de nuestro cerebro.

Basta ya de Diógenes emocional
Imagen de Cottonbro en Pexels

Esos recuerdos, fantasmas y experiencias forman para de nosotros, pero ya son pasado.

Hemos aprendido, les hemos sacado todo el provecho posible, es momento de dejarlos atrás.

Solo así podremos disfrutar de las cosas buenas, centrarnos en lo bonito, vivir y revivir lo que nos sienta bien.

Solo de esa forma podemos ser y estar al 100 %.

Porque si un hogar pulcro y recogido da paz; una mente limpia, ordenada y libre de estorbos nos ayuda a alcanzar la felicidad.

 

 

Imagen destacada de Karolina Grabowska en Pexels